» Un dispositivo que salva vidas

Esta nota fue creada el lunes, 16 septiembre, 2013 a las 3:00 hrs
Sección: La corazonada

Rodolfo es un paciente de 34 años, que padece las secuelas de un infarto del miocardio que sufrió a los 18. Padece una enfermedad poco común en sus coronarias, que lo obliga a tomar anticoagulantes y aspirina de por vida, con lo que evita otro posible infarto.

Pero las secuelas del primero le provocaron un daño muy severo en el corazón, por lo extenso del tejido cardíaco que se le murió.  Cinco años después de su hospitalización a los 18 años, al estudiar su caso, le descubrimos una arritmia potencialmente mortal, conocida como taquicardia ventricular incontrolable, pues su corazón se había ido dilatando a través de los años. Concluimos que era un caso idóneo para una terapia que aplicamos cada vez más y que es un dispositivo que salva vidas: un desfibrilador automático implantable.

Inventado por un médico polaco, que había estudiado año y medio en el Distrito Federal llamado Michael Mirowski, se aplicó por primera vez en el año 1979 en Boston. El tamaño del equipo era de unos 22 centímetros.

El dispositivo fue aplicado por primera vez en México, en el Centro Médico Nacional Siglo XXI en 1986, pero su tamaño voluminoso, la vía de aplicación que implicaba cirugía mayor a tórax abierto y su alto precio habían limitado su aplicación, por lo que en los siguientes 20 años se aplicaron menos de diez dispositivos.

El avance tecnológico los hizo bajar de precio, redujo su tamaño a unos 7 centímetros y los hizo más seguros y efectivos por lo que en los años 2008 a 2010, pudimos instalar uno al mes por lo menos. Esto les permite concluir, a ustedes amables lectores, que el problema era tecnológico y económico, pues ya era impostergable ampliar el número de equipos que instalábamos en los pacientes, pues éstos ya estaban ahí, con la necesidad de evitar la muerte súbita.

Hay equipos de DAI que además ponen a tiempo al corazón, situación conocida como resincronización cardíaca, que ya les relaté en otra Corazonada y puede funcionar como marcapaso en caso necesario.

La dimensión del problema es enorme.

No tenemos una cifra definitiva de cuantos pacientes requieren un desfibrilador automático implantable (lo llamaremos DAI), pero son miles en nuestro país. Calculen que hay unos 300 000 pacientes con infarto cada año, de los cuales sobreviven la mitad en promedio y de ellos al menos el 5% quedan con daño miocárdico severo y pueden ser candidatos a un DAI después de un estudio completo de cada caso.

Se requieren unos ocho mil implantes de este dispositivo por año, sin embargo en nuestro país, considerando todo el sistema de salud público y privado, se aplican sólo unos 40 al año.

El DAI es capaz de reconocer que un paciente tiene una arritmia grave y le da una descarga eléctrica, con lo que se evita que avance al paro cardíaco (situación conocida como fibrilación ventricular) o reconoce que ha caído ya en el paro por este problema y produce la descarga más intensa, que hace que el paciente salga del paro. Le evita una muerte súbita.

Dado que la tecnología ha mejorado tanto, que ahora podemos hacer un monitoreo de estos aparatos incluso a través de vigilancia satelital y puesto que su tamaño se ha reducido considerablemente, por lo que puede ser instalado sin abrir el tórax, sólo con una pequeña herida bajo la piel y electrodos (cables) aplicados mediante punciones de las venas, se debe concluir que el problema se ha limitado sólo al aspecto monetario.

Cuesta unos trescientos cincuenta mil pesos la aplicación de un DAI en los servicios médicos públicos. El costo privado es muy variado, pero siempre superior a esta cifra.

El infarto miocárdico es la primera causa de daño miocárdico y en consecuencia es el principal motivo para aplicar un DAI, pero otras enfermedades que ameritan su aplicación son: lesiones congénitas del corazón como la miocardiopatía hipertrófica que es una condición hereditaria y por eso vemos varios enfermos en la misma familia, otro ejemplo es la insuficiencia cardíaca por causas diferentes al infarto, sobre todo, la enfermedad conocida como miocardiopatía dilatada que tiene varios orígenes y en particular es debida a infecciones virales del corazón; otro ejemplo son las arritmias complejas que muchas veces son de nacimiento y finalmente, los pacientes recuperados de paro cardíaco por una atención correcta a tiempo (como algunos deportistas de alto rendimiento).

La vida de las personas que reciben un DAI es completamente normal. Pueden viajar, hacer el ejercicio que su médico autorice y someterse a la mayoría de los procedimientos médicos de rutina. Sólo hay una prohibición absoluta para que se les haga una resonancia magnética nuclear, puesto que el equipo tiene una carcaza metálica y este estudio usa potentes imanes.

Se recomienda no pasar por arcos detectores de metales por el mismo motivo y no usar motosierras, sin embargo, se pueden usar hornos de microondas y todo tipo de teléfonos.

Como pueden ver, estos dispositivos son muy importantes porque salvan vidas, pero los pacientes que pueden beneficiarse son un grupo muy específico y resulta tan caro, que su empleo en nuestro país está muy limitado.

Pero de todos modos, en un día como hoy no podemos sino gritar: ¡Viva México!

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com

Hasta la próxima.





           



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