» Las relaciones del corazón con los dientes

Esta nota fue creada el lunes, 24 junio, 2013 a las 3:00 hrs
Sección: La corazonada

En 1982, recién graduado como cardiólogo, me tocó en suerte ser el responsable de una paciente de 28 años con endocarditis infecciosa. Se trata de una enfermedad sumamente grave, derivada de la entrada de microbios al corazón.

La vía de entrada al torrente sanguíneo es múltiple, por ejemplo después de un procedimiento diagnóstico con un instrumento como en una endoscopía o un tratamiento con instrumentos como un legrado por aborto espontáneo.

Pero la vía más común, es la invasión de microbios de la boca después de la extracción de una pieza dentaria. Esta fue la vía de infección para esta paciente, que por desgracia falleció luego de luchar durante cinco semanas en terapia intensiva, pues aún en los mejores hospitales del mundo y en países avanzados, la mitad de quienes sufren de una infección en las válvulas cardíacas, fallecen durante su hospitalización.

El desarrollo de endocarditis infecciosa por una extracción dental ocurre principalmente, pero no de manera exclusiva, en personas que tienen reumática una válvula del corazón o una lesión cardíaca de nacimiento.

Sin embargo, personas con un corazón totalmente sano, pueden sufrir de una infección cardíaca así de grave, pues si tienes las defensas bajas como ocurre en el SIDA o en la diabetes, te puede dar este problema.

Por esto, los niños con una cardiopatía congénita se encuentran en alto riesgo y sus padres deben extremar precauciones cuando los lleven al dentista. Si los niños sangran con el cepillado quiere decir que sus encías están inflamadas y podrían desarrollar la endocarditis, pues los vasos sanguíneos de las encías se encuentran abiertos, por eso sangran y podrían ser una vía de entrada de gérmenes.

Tanto adultos como niños, pero particularmente éstos, cuando tienen la endocarditis infecciosa, están muy expuestos a desarrollar abscesos cerebrales, pues lanzan pequeñitos émbolos sépticos desde el corazón hacia el cerebro, con lo que desarrollan una condición frecuentemente letal.

Esta situación también se presenta en adultos con lesiones congénitas, con una válvula cardíaca enferma o una válvula artificial en el corazón, las llamadas prótesis cardíacas. En todas estas circunstancias, el paciente debe recibir un tratamiento preventivo, que se basa en el empleo de un antibiótico. Desde 1994, hay un acuerdo mundial para utilizar a la amoxicilina tomada, como el medicamento de elección.

La claritromicina es la alternativa para los enfermos alérgicos a penicilina.

Otro aspecto muy interesante de las relaciones que el corazón guarda con los dientes, es el aumento de las enfermedades cardiovasculares en personas con periodontitis.

El periodonto es la zona de la boca que cada pieza dentaria ocupa en las encías, así como los tejidos que fijan el diente a su cavidad (llamada alvéolo dental). En teoría, esto ocurre  por la invasión de gérmenes de la boca que pueden ser el punto de partida para la ateroesclerosis.

Este concepto surgió hace 30 años y no ha podido ser comprobado. Muy ocasionalmente se han identificado microbios en algunas placas de ateroesclerosis de arterias coronarias de personas fallecidas por infarto, lo que dio pie a este concepto.

Sin embargo, también se han observado virus y otros tipos de microbios en algunas células del endotelio, el famoso tapiz del aparato circulatorio, al que me he referido en otras Corazonadas.

Por eso se ha pensado que quienes sufren de agruras constantemente, así como de úlceras del estómago o del duodeno y se les ha aislado un microbio conocido como Helicobacter pylori pudieran desarrollar un infarto con más frecuencia que otras personas.

Esto  mismo se ha pensado en infecciones por clamidia, por toxoplasma y por citomegalovirus, pero ningún estudio ha sido concluyente en los últimos treinta años, por lo que la teoría de que los infartos tienen un origen infeccioso parece atractiva e interesante, pero no se ha comprobado.

La base de esta teoría es que la respuesta de las personas ante una infección en las encías, desata reacciones en el endotelio, tanto sobre la coagulación, las alteraciones inflamatorias que propiciarían una lesión en las arterias y elevaciones de las grasa en la sangre.

De hecho mucho autores consideran que en realidad es un epifenómeno, yo entre ellos.  Un epifenómeno es un concepto en filosofía y en ciencia en general, que considera que aquello que observamos es derivado de un fenómeno principal o determinante.

Es un fenómeno que se da “por encima” o “después” del principal, es decir acompaña o cuando mucho es derivado del fenómeno principal y no tiene influencia alguna sobre éste. Así pues, el hallazgo de la enfermedad periodontal es frecuente en infartados, pero yo opino que acompaña al infarto, pero no tiene influencia sobre él.

Se ha demostrado que quienes tienen inflamadas las encías, tienen más altos los niveles en la sangre de leucocitos (los glóbulos blancos, encargados de eliminar bacterias de nuestro cuerpo) y de fibrinógeno, la proteína de la sangre que se encarga de la coagulación y que se eleva rápidamente cuando hay un fenómeno inflamatorio en nuestro cuerpo (lo llamamos reactante de fase aguda).

Muchas teorías hay para intentar explicar esta relación, pero ninguna ha sido probada. Lo que más parece darle soporte es el hecho de que las células de los vasos sanguíneos y los leucocitos de la sangre, reaccionan de manera muy parecida a las bacterias como a los diferentes factores de riesgo que desarrollan la ateroesclerosis, es decir, favorecen la coagulación y hay una reacción inflamatoria similar tanto en una infección como en la lesión incipiente por grasa en una arteria.

No se puede concluir que exista relación, mucho menos en la variedad causa-efecto, ya que podría tratarse de dos enfermedades concomitantes.

A veces relacionamos con las cardiopatías, hechos no bien identificados como un estudio japonés publicado en abril de este año que considera que los calvos están más propensos a un infarto a edades menores de lo habitual para tener un infarto, después de estudiar por 5 años a casi 40 000 varones, con un 54% de calvos y encontraron que tenían 37% más de riesgo para infarto.

Pero este estudio no relaciona otros hechos fundamentales como la edad, el número de fumadores y sus niveles de presión arterial, glucosa y colesterol en sangre, sino sólo el hecho aislado de que eran calvos. Igual ha pasado con la enfermedad de las encías.

Así pues, en relación a las infecciones de las encías y enfermedades cardiovasculares, hay mucha especulación, interesante y digna de estudiarse, pero nada comprobado.

En tanto que las infecciones cardíacas y la simple extracción de una pieza dental como causa de muerte, están perfectamente comprobadas y son el pan nuestro de cada día. Mucho ojo con esto.

Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com

Hasta la próxima.





           



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