» El corazón y la medicina alternativa

Esta nota fue creada el lunes, 17 junio, 2013 a las 3:00 hrs
Sección: La corazonada

La salud es un bien extraordinariamente valioso, por lo que quienes la han perdido intentan recuperarla por todos los medios, lo que los lleva a realizar actos que no sólo son inútiles sino que a veces son terriblemente peligrosos.

Muchos pacientes recurren a la medicina alternativa cuando sienten que las terapias que su médico les ofrece no les pueden resolver su pérdida de salud y eso los lleva a caer con personas sin escrúpulos que sólo piensan lucrar con su enfermedad y peor aún, los hace abandonar tratamientos ya considerados útiles.

Partamos de un hecho concreto: No existen programas formales en las universidades que tienen residencias para  estudios de postgrado, para desarrollar una especialización en medicina alternativa.

e las varias decenas de programas de residencia en las diferentes especialidades médicas, cuya duración va de 4 a 7 años, después de haber estudiado como médico general, que ofrecen nuestras universidades, no existe una especialidad en medicina alternativa.

Para La Corazonada del día de hoy, he hecho una revisión muy amplia de las revistas médicas con mayor prestigio científico de los últimos 5 años y no he podido encontrar un solo artículo que avale a la medicina alternativa.

La herbolaria y la medicina tradicional mexicana son otra  cosa, hay mucho de desconocido en relación a las plantas y por eso en una columna previa en abril del 2012, les mencionaba que tuvieran cuidado con ellas, pues revisé ampliamente el tema y encontré varios medicamentos sumamente útiles cuyo origen es una planta, pero que ya usamos los cardiólogos en la actualidad.

Entre ellas están: la digoxina, la aspirina, los estrógenos vegetales, el paclitaxel, la rapamicina, la reserpina y la quinidina, que hemos purificado, envasado y la usamos como una terapia convencional que administramos por varias vías.

Pero se debe tener cuidado con otras alternativas teóricas, que no cuentan con ningún sustento científico como las cáscaras de nuez para fortalecer el corazón, el alpiste para bajar la presión arterial, el muérdago (que es un parásito de los árboles) que supuestamente sirve para la insuficiencia cardíaca, el vino de cebolla que teóricamente sirve para evitar un infarto o bien, comerse los gorgojos del centeno que fortalece al corazón y cura de cáncer a las personas.

Ninguna de estas alternativas teóricas tienen sustento científico ni es posible encontrar siquiera una mención de ellas en los más modernos textos de medicina cardiovascular ni las mejores revistas dedicadas al estudio de la circulación.

La inmensa mayoría de las acciones de la medicina alternativa no tienen ninguna base científica y peor aún, algunas son francamente grotescas, como beberse la orina de otra persona o la propia, en un afán de resolver problemas con una sustancia de desecho.

La Orinoterapia ha acompañado por siglos a los humanos, sin tener un principio básico útil, por lo que beberla directamente o concentrarla por medios químicos para luego inyectarla al paciente. Lo mismo se ha hecho con la saliva, usada en teoría para estimular la inmunidad del individuo, lo cual es completamente ridículo y la realidad es que resulta lamentable que no haya control oficial sobre este tipo de manejos, que resultan costosos, ridículos y altamente peligrosos.

Desde hace unos 400 años existen las cámaras hiperbáricas, que al igual que otras terapias alternativas carecen de sustento científico. Cualquier hospital público que ofrezca este manejo, sólo está lucrando con el presupuesto oficial y eso debe ser totalmente condenable tanto desde el punto de vista ético como legal.

Desgraciadamente lo mismo se debe decir de la ozonoterapia, que propicia toda una industria, pero que tampoco tiene bases científicas. El ozono es un isótopo del oxígeno tan altamente inestable, que no soporta ningún contacto con una superficie líquida ni sólida.

Así que es absurdo que un paciente mío recibiera cuarenta (¡40!) sesiones de aplicación de ozono por el recto, para quitarle los dolores en sus articulaciones. Así se las gastan en medicina alternativa.

Hace unos años, un grupo médico me invitó a que fuera su coordinador cardiológico en una clínica médica que pensaban instalar en México, dedicada a la Terapia de quelación.

Les pedí que me permitieran analizar la propuesta y enterarme más de este tipo de tratamiento, basado en la aplicación de EDTA (ácido etilén diamino tetra acético) que supuestamente captura metales y minerales de la circulación y que gracias a eso, limpia las arterias.

Hice una sesión bibliográfica donde participaron 14 médicos especialistas del Centro Médico Nacional y no encontramos un solo artículo científico sobre el tema, aunque había miles de menciones en revistas no científicas.

Naturalmente decliné el ofrecimiento y continué mis actividades como cardiólogo.

Esto mismo he hecho hoy, realizar una búsqueda exhaustiva sobre estos temas en dos bibliotecas digitales y sólo encontré una editorial y un artículo científico que rechazan totalmente este tipo de manejo, de hecho la FDA (la administración federal americana de alimentos y medicamentos, por sus siglas en inglés) lo ha prohibido terminantemente.

En la revista JAMA (la revista de la asociación americana de medicina) se afirma:

“Esta prueba e información debería disuadir a los médicos responsables de ofrecer o recomendar la quelación a los pacientes con enfermedad coronaria y debería desalentar a los pacientes con un infarto previo a solicitar la terapia con la esperanza de prevenir una segunda complicación cardiovascular”, sostiene el equipo del editor jefe doctor Howard Bauchner”, en tanto que no hay una sola mención científica sobre los demás tópicos que hoy he comentado.

Mi preparación médica como especialista por siete años y mi experiencia clínica de más de 25 años de vida hospitalaria ya como postgraduado, me hace observar con escepticismo todo lo que no tenga sustento científico.

Si no se puede comprobar su eficacia, si no se puede reproducir en pacientes múltiples, si no está basada en la experimentación y en la observación, ninguna terapia puede ser aceptada como útil y necesaria, por lo que aquello que hoy he reseñado en esta columna, debería ser rediseñado y ser enfrentado de manera crítica por las autoridades sanitarias, para que los pacientes no sigan siendo víctimas de la enfermedad y de seudotratamientos.

Hasta la próxima.





           



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