El ex presidente Luis Echeverría cumple este lunes 100 años con un legado oscuro marcado por la violencia de Estado, la represión y las desapariciones forzadas, también desde su trabajo como secretario de Gobernación en la década de 1960.
Nacido el 17 de enero de 1922 en la Ciudad de México, Echeverría es conocido por su rol en la llamada “guerra sucia” o “terrorismo de Estado”, cuando su Gobierno apoyaba la Revolución de Cuba, a Salvador Allende en Chile y al sandinismo en Nicaragua, pero dentro perseguía a movimientos de izquierda y estudiantiles.
“Son muchos los problemas contemporáneos que se inician en el sexenio de Echeverría, pero sin duda el legado más duradero es la violencia del Estado”, expresa a Efe la historiadora Adela Cedillo, profesora de la Universidad de Houston.
Presunto genocida
Echeverría, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), afrontó juicios por genocidio por su papel en la masacre del 2 de octubre de 1968, cuando era secretario de Gobernación del presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) durante la matanza en Tlatelolco de más de 300 estudiantes, según cifras de organizaciones civiles, que protestaban contra el Gobierno.
Ya como mandatario, se le responsabiliza del “halconazo” o la matanza del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971, cuando paramilitares organizados por el Gobierno, llamados “los halcones”, agredieron a estudiantes que se manifestaban y dejaron 17 muertos.
“Ha salido la suficiente documentación para esclarecer que fue algo programado y planeado por el Estado, desde la presidencia”, señala Cedillo.
Legado vivo y memoria débil
Pese al tiempo, se mantienen vivos los reclamos por los episodios de violencia de Echeverría, quien apareció en público por última vez en abril de 2021 para recibir su vacuna contra la covid-19.
“El compromiso sobre todo es de la no repetición, de que nunca más se reprima a quienes protestan a quienes luchan por las transformaciones”, prometió el presidente López Obrador el 10 de junio pasado al ofrecer una disculpa del Estado por el “halconazo”.
El gobierno actual creó en octubre pasado una Comisión de la Verdad para esclarecer la “guerra sucia”.
Pero la historiadora Cedillo considera que “es una comisión tardía” y “condenada a la irrelevancia” por el propio gobierno, que debería enfocar recursos a encontrar a los desaparecidos.
También señala que funcionarios de Echeverría ocupan puestos del Gobierno, como el actual fiscal general de la república, Alejandro Gertz Manero, señalado de liderar la Operación Cóndor durante ese sexenio, que si bien oficialmente buscaba luchar contra el narcotráfico, se utilizó para perseguir a activistas y movimientos sociales con el apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadunidense.
“Es algo que se debe recordar, que finalmente este México que vivimos tan violento, tan descompuesto, de agentes del Estado aliados al crimen organizado, en contubernio, recibiendo sobornos, es uno de los grandes legados de esa época”, exhorta Cedillo.
López Obrador: ¿Neoecheverrista?
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha despertado comparaciones con Echeverría, quien “fue el incipiente iniciador del populismo en México”, comenta Ulises Corona, profesor de política de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Sí se podría comparar, tiene muchas similitudes. El populismo sigue siendo vigente como una forma de gobierno. La ‘mediocracia’, hablando de los medios de comunicación, sigue siendo referente. Es una comparación válida que sirve para explicar el control social”, expone en entrevista.
El académico advierte que López Obrador comparte con el priista un discurso nacionalista, el uso de las Fuerzas Armadas, un poder centralizado, una retórica contestataria y su estilo de gobernar.
Pero sobre todo, políticas económicas como “mantener una economía cerrada” y una “concentración económica”.
“En aquel momento era defender el milagro mexicano, cerrarse a las fronteras, nacionalizaciones a toda costa. Y en este momento es similar, petrolizar la economía, apostarle al crecimiento y a la abundancia del petróleo, volver a apostar por combustibles fósiles y sobre todo hacer todo esas versiones para el pueblo”, expone.
Durante el gobierno de Echeverría comenzó un “uso electoral de los programas sociales” y el populismo crecía “conforme fueron avanzando las necesidades poblacionales y de mantener el control político, económico y social”, según el académico.
Por ello, aunque ha pasado medio siglo de la presidencia de Echeverría, “fue un legado muy importante porque hasta la fecha lo seguimos viviendo”, concluye Corona.
(milenio.com)