La región de Los Tuxtlas, al sur de Veracruz, representa una veta de “oro verde”, rica en clorofila y oxígeno, señaló Rosamond Coates, jefa de la Estación de Biología de la UNAM en esa zona.
En un comunicado, dijo que ese lugar representa un enorme “almacén” de recursos forestales con un gran valor ecológico y comercial, y un manantial para Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, San Andrés Tuxtla y Catemaco; 30 por ciento del abasto de agua potable en estas ciudades proviene de su sierra.
Expuso: “Considerada reserva de la biosfera, también es un santuario animal, con bellos paisajes, y hábitat para diversas plantas con potencial médico aprovechado por los lugareños.
“Comprende 155 mil 122 hectáreas (se conforma por tres zonas núcleo y una de amortiguamiento que abarca más de 80 por ciento del área) y siete municipios (Catemaco, Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla, Soteapan, Mecayapan, Hueyapan de Ocampo y Pajapan), donde viven más de 21 mil personas”.
Por otro lado, es el límite norte de la distribución de la selva alta perennifolia (llamada así por la altura de sus árboles: algunos de hasta 40 metros) o tropical húmeda, de origen amazónico en el continente americano.
Además, es punto de encuentro entre la vegetación de las zonas templadas de Norteamérica y la vegetación tropical. Por si fuera poco, su selva representa una parada estratégica para las aves migratorias de Norteamérica (un porcentaje significativo inverna allí).
La experta alertó que desafortunadamente, esta región ha estado amenazada por la deforestación, la fragmentación de la vegetación y la desaparición de especies animales y vegetales. Desde la década de los 60 hasta hace algunos años se había perdido 80 por ciento de su vegetación original.
En 1967, la UNAM estableció allí la Estación de Biología Tropical Los Tuxtlas, como respuesta a la seria perturbación de los ecosistemas en la región y, en general, en las zonas cálido-húmedas del sureste de México.
De ese modo convirtió 640 hectáreas en un laboratorio natural para inventariar las especies, conocer la problemática de la reserva ecológica y proponer estrategias para salvarla.
Este lugar, dependiente del Instituto de Biología (IB), ha desempeñado un papel estratégico en el inventario de los recursos naturales de esa selva.
Por ejemplo, se ha documentado la existencia de tres mil especies de plantas (30 endémicas) entre árboles, herbáceas, arbustos, trepadoras y epífitas, y 128 de mamíferos.
Asimismo, 561 aves (dos locales: el colibrí Campylopterus excellens y la paloma Geotrygon carrikeri); 118 de reptiles (cinco especies y cuatro subespecies propias del lugar); 44 de anfibios (11 endémicas); 50 de escarabajos coprófagos; 135 de libélulas, y 535 de mariposas diurnas.
“Con la información se han integrado colecciones importantes de orquídeas, mamíferos, aves, reptiles, anfibios, insectos, mariposas y arácnidos. También se cuenta con un herbario de la flora regional que incluye colecciones con cerca de nueve mil ejemplares montados y catalogados, así como semillas y maderas”, informó la bióloga.