Roma.- Con una situación geográfica que la convierte en meta de arribo natural para miles de indocumentados que escapan de África y otras latitudes, Italia enfrenta una emergencia humanitaria, agravada por la decisión de Francia, Austria y Suiza de cerrar sus fronteras a los inmigrantes.
La situación más dramática se registra en la norteña localidad de Ventimiglia, donde cientos de “sin papeles” permanecen acampados desde hace dos semanas, en espera de poder cruzar la frontera francesa por ahora cerrada.
Pero la crisis ha tocado también a las principales ciudades italianas, como Roma y Milán, a donde han llegado miles de inmigrantes que no han podido continuar su viaje hacia el norte de Europa.
“Es una emergencia que no tiene precedentes en Roma”, dijo Alberto, un voluntario de la Cruz Roja que trabaja en un campamento instalado hace menos de dos semanas al lado de la estación de trenes Tiburtina, la segunda en importancia de la capital.
Fue ahí a donde a mitad de mes comenzaron a llegar cientos de indocumentados, sobre todo eritreos, tras enterarse que la frontera con Francia estaba cerrada.
“Hace dos semanas llegaron unos 600 inmigrantes que se instalaron como pudieron en una plaza al lado de la estación. En un primer momento hicimos una evaluación para conocer la dimensión exacta del problema y después pasamos a proporcionarles asistencia”, dijo Alberto.
El campamento cuenta con tiendas y camas, regaderas, un comedor, además de un consultorio médico bien equipado que por ahora se ocupa principalmente de curar enfermedades infecciosas de los inmigrantes, como la sarna o males del aparato respiratorio.
Más del 70 por ciento de quienes usan el campamento son jóvenes varones eritreos, aunque también hay algunos somalíes, sirios y etiopes y varias mujeres.
Los indocumentados son libres de moverse durante el día por las calles de Roma y por la noche regresan al campamento para comer, dormir y asearse en espera de que la situación sea más clara.
Los voluntarios de la Cruz Roja no han querido identificarlos oficialmente, pues ello implicaría la obligación de que se quedaran en Italia, mientras la mayoría pretende viajar a países del norte de Europa, como Francia, Alemania o las naciones escandinavas, en donde tiene parientes.
“Nosotros por definición no hacemos revisiones, ni controles de identidad. Nosotros acogemos a todos”, aseguró Alberto.
Aparentemente los indocumentados desembarcaron en algún puerto siciliano o en la isla de Lampedusa, de donde tomaron trenes para trasladarse al norte de Europa.
Su viaje, sin embargo, se vio interrumpido por el cierre de las fronteras, en violación del Tratado de Schengen que prevé la libre circulación de personas por Europa.
A varias cuadras del campamento de la Cruz Roja también se ha activado el centro cultural y de acogida Baobab, que funcionaba como lugar de reunión para la comunidad eritera de Roma y que ahora distribuye comidas y funciona como dormitorio para cientos de indocumentados.
“El centro tiene cupo para 200 personas y ahora tiene más de 700. Empezaron a llegar hace un mes y ahora las cosas están fuera de control”, explicó Cristóbal Muñoz, un mexicano residente desde hace años en Italia que trabaja como mediador cultural en el ministerio de Justicia.
Ante la emergencia el primer ministro italiano, Matteo Renzi urgió a Europa a enfrentarla conjuntamente, aunque la respuesta de Francia es que se trata de un problema italiano y que Roma debe crear centros especiales donde identificar y diferenciar a los solicitantes de asilo de los migrantes económicos.
Renzi dijo que Italia está preparada para asumirse la responsabilidad y anunció un “Plan B”, que consistiría en dar a todos los solicitantes de asilo permisos temporales que les permitirían permanecer en territorio italiano y eventualmente viajar a otras naciones europeas.
Los migrantes económicos, por su parte, serían repatriados.
Según el ministerio del Interior, en lo que va de 2015 han llegado a Italia casi 60 mil indocumentados, un número levemente superior respecto al mismo periodo de 2014.
Los inmigrantes que desembarcan en Italia son en un 25 por ciento eritreos, en un 10 por ciento nigerianos, en un 9.0 por ciento somalíes, en un 7.0 por ciento sirios y el resto se divide en varias nacionalidades más.
En abril pasado la alta representante de política exterior y seguridad de la Unión Europea, Federica Mogherini declaró ante el Consejo de Seguridad de la ONU que la situación en el Mediterráneo “es sin precedentes y excepcional”, por lo que pidió “una respuesta excepcional, inmediata y coordinada”.
El pedido, hecho tras el naufragio de una barcaza con ilegales en el Canal de Sicilia que costó más de 800 personas, fue autorizar una resolución de la ONU que sirva como marco para un plan europeo que comprenda misiones en Libia contra los traficantes de personas y sus embarcaciones.