El cardenal nicaragüense y arzobispo de Managua, Leopoldo Brenes, afirmó el sábado que la Iglesia espera encontrar una salida a la situación del obispo Rolando Álvarez, retenido desde hace nueve días en su curia por la policía, acusado de intentar “desestabilizar” el país.
“Toda la Iglesia está orando para que el señor nos ilumine, para que busquemos siempre los cauces de paz, de reconciliación y el perdón”, expresó Brenes, también vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).
Álvarez, un fuerte crítico del gobierno de Daniel Ortega y miembro del CEN, no puede salir de la curia desde el pasado 4 de agosto, donde permanece junto a otras 10 personas, pues está rodeada por un amplio cerco policial.
El obispo quedó sitiado tras denunciar la decisión de las autoridades de cerrar cinco emisoras católicas y exigir al gobierno que respete “la libertad” religiosa.
La policía dijo que investiga a Álvarez por intentar “organizar grupos violentos” e incitar al “odio” con el “propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua”.
Las pesquisas contra el religioso se producen en medio de las tensas relaciones que la iglesia católica tiene con el gobierno de Ortega desde las protestas opositoras de 2018, cuando varios templos abrieron sus puertas para refugiar a los manifestantes heridos y a los que huían de la represión.
Ortega, quien gobierna desde 2007, considera que esas manifestaciones fueron parte de un fallido golpe de estado urdido por la oposición, con el apoyo de Washington y la complicidad de los obispos.
Triste represión
Este sábado, el cardenal Brenes encabezó dentro de los predios de la Catedral de Managua una procesión en honor a la virgen de Fátima, tras lo cual abogó en una misa por el “perdón” y convivencia “entre hermanos” ·
“María como madre nos enseña a perdonar y a no devolver golpe por golpe, no devolver ofensa por ofensa, sino siempre manifestar el amor para romper los muros y para que todos verdaderamente seamos hermanos”, exhortó Brenes.
Cientos de católicos despidieron a la imagen de Fátima, una réplica que llegó de Portugal hace 31 meses y que este mes concluye su periplo por Nicaragua.
La policía vigiló de cerca la catedral durante la misa, tras prohibir el viernes un peregrinaje con la virgen por las calles de la capital.
Pese a “las dificultades que ha tenido nuestro pueblo para hacer presencia en el acto de despedida a nuestra santísima virgen, aquí estamos algunos nicaragüenses”, dijo José Dolores Blandino, un feligrés.
“Hubiera podido llegar muchísima más gente si no tuviéramos esta triste represión”, manifestó por su parte Tania Sequeira, también asistente a la celebración
La mujer se solidarizó con Álvarez, a quien consideró un “perseguido” por hablar “del sufrimiento de la gente del norte (de Nicaragua), que emigra en busca de nuevas oportunidades por la situación difícil que hay en nuestro país”.
(milenio.com)