La educación ambiental es una asignatura que en México avanza “muy bien”, pues casi todos los jardines botánicos cuentan con un programa encaminado al tema y visitas guiadas, principalmente para escolares, señaló el investigador titular del Instituto de Ecología en Xalapa, Veracruz, Andrew Vovides.
El también fundador del Jardín Botánico “Francisco Javier Clavijero” en 1976 en esa ciudad veracruzana, destacó, “si hacen algo muy bien aquí en México, es la educación ambiental”.
Al participar en la presentación del libro “La Morada Verde”, escrito por su esposa, la educadora Victoria Tejeda, el académico sostuvo que está dirigido tanto para niños como para profesores de quinto y sexto año de Primaria y primero de Secundaria.
Con lenguaje accesible el texto narra la historia de los jardines botánicos, lo que hacen en beneficio del mundo y su esfuerzo por concientizar a los menores sobre la importancia del tema, por lo que no está enfocado investigadores ni científicos.
Vovides informó que México tiene una historia larga, prehispánica, de jardines botánicos; incluso antes que los de Europa, pues “la cultura Mesoamericana aquí era tremenda, muy avanzada, pero por desgracia todo se perdió, se quemaron los códices”.
Sin embargo, mencionó que hay remanentes de esos jardines antiguos, de los cuales uno se encuentra en Tezcutzingo, Texcoco; y otro en Oaxtepec, Morelos, que ahora es un parque acuático del Seguro Social, “pero era un jardín de los emperadores”.
Diversas investigaciones señalan que el parque de Oaxtepec era en tiempos prehispánicos uno de los jardines más importantes del Continente, donde los emperadores aclimatizaban plantas de zonas templadas o tropicales; además de que éste y otros sitios similares “eran hospitales, centros de preparación de los médicos de entonces”.
Apuntó que la “época moderna” de los Jardines Botánicos empezó en las décadas de los años 30 y 40 con los refugiados que vinieron de España, cuando se inauguró un sitio de esta naturaleza en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y el de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Posteriormente, hacia los años 60 abrieron otras zonas de este tipo, y en la década de los 80 hubo un crecimiento “muy vertiginoso”, porque iniciaron las visitas guiadas, principalmente de grupos escolares, y se ofrecían cursos de horticultura y manejo de estos sitios.
Posterior a los años 80, “el crecimiento no fue tan vertiginoso”, y ahora se ubica en esa categoría a algunas áreas ubicadas en centros turísticos como Xel Há, en Quintana Roo, y otro en Acapulco, Guerrero.
“Y lo llaman botánico porque si documenta sus plantas y hay acciones de conservación, más bien es conservación y educación, pero no hacen gran cosa de investigación”.
El investigador de origen británico explicó que son tres componentes los que deben conformar a un Jardín Botánico y son investigación, conservación y educación.
“Un jardín puede hacer los tres componentes como nosotros, otros dedicarse a la educación, y otro un poco más cerrado puede ser de conservación, tal vez con una ONG que quiere reforestar un lugar o algo así; y hay muchos temáticos de tipo medicinal o etnobotánicos”, indicó.
Se mantienen conversaciones con la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para que a los Jardines Botánicos se les de una categoría dentro de la vida silvestre, por toda la información que manejan.
Durante la entrevista el investigador pidió apoyo para un Jardín Botánico que se encuentra en puerto Morelos, cerca de Cancún, Quintana Roo, que abarca 60 hectáreas de selva tropical costera del caribe mexicano, “necesita apoyo, corre el riesgo de que lo tumben y hagan marinas y hoteles”, dado el potencial turístico de esa zona.