El estrés activa, de manera natural, un mecanismo de supervivencia esencial que propicia que las personas reaccionen a situaciones de peligro como un terremoto, pero cuando se vuelve una constante en el trabajo, en pleno tráfico, en resolver asuntos cotidianos lo que se libera es una sustancia llamada cortisol que termina por dañar nuestro código genético, propicia envejecimiento de células, sistema inmunológico y deterioro severamente la salud causando enfermedades crónicas, aseguró Esmeralda Bastidas, miembro de la American Academy of Anti Aging Medicine (A4M).
“Si realmente estamos en peligro se va a activar en nuestro cuerpo para sobrevivir, pero si el estrés forma parte de nuestro día a día, ya sea por el tráfico, por el trabajo realizado, problemas personales, se libera el cortisol, que genera inflamación. Esa inflamación, cuando se está liberando de forma acelerada y constante, terminan generando oxidación en nuestras células y por lo tanto termina por generar un daño a nuestro código genético, es decir, en los telómeros, que son los encargados de enviar las señales de reparación a nuestras células y ahí es cuando aparece el envejecimiento prematuro”, explicó en entrevista.
Una situación de estrés por razones de supervivencia llega a durar dos horas luego de haber pasado ese peligro detectado y, después, todo vuelve a la normalidad. “En la noche cuando ya estamos relajados, cuando ya se ocultó el sol, la sustancia del cortisol disminuye y comienza el proceso de reparación para que al despertarnos nos encontremos en el mejor punto.
“Pero si tenemos volvemos a una situación de estrés, con ese constante estímulo, el cortisol comienza a volverse loco y se libera a niveles muy altos, incluso, en periodos de reposo. Y eso es lo que va a afectar nuestras células, nuestro sistema inmunológico, nuestra función cerebral, de hecho, ya se sabe que es la causa principal de ansiedad y de depresión; el detonante principal de enfermedades crónicas como el Alzheimer porque genera, justamente, una neura- inflamación y por consecuencia enfermedades que tienen que ver con un tema cognitivo conductual, así como enfermedades a nivel muscular y enfermedades cardíacas, un deterioro muy severo a nuestra salud”, detalló.
El estrés, lamentablemente, es visto como un motor para activarse y efectuar múltiples tareas, inclusive lo incorporamos a nuestra vida porque nos hace más productivos, pero la realidad es que esa persona solo se está dañando y se da cuenta del impacto cuando cursa con fatiga crónica, siempre está cansada, además se le disminuye el apetito sexual, comienza a tomar malas decisiones laborales, a sentirse rebasada por la carga de trabajo.
“Hay mecanismos para combatir el estrés y no caer en un cuadro crónico. Yo recomiendo algunas terapias, que se pueden hacer en casa, como es la meditación, estar descalzos para tocar la tierra, o bien hacer ejercicio, consumir alimentos ricos en antioxidantes o algunas vitaminas que nos ayuden a mitigar ese daño que generó el estrés porque no hay que olvida que a nuestro cuerpo le cuesta trabajo resetearse cuando hay una liberación prolongada de cortisol.
“Algunas sustancias que nos ayudan a regular son los ácidos grasos, el Omega 3 que tiene un efecto sobre la inflamación a nivel celular y tiene un efecto a nivel cognitivo. Hay otros antioxidantes, uno que se llama NAD, o el que todos conocemos como vitamina D que generalmente la relacionamos más con un tema de huesos, calcio, absorción, pero también es un reparador celular, incluso, a nivel cerebral y eso nos ayuda a estar más claros y manejar mucho mejor el estrés”.
Y, obviamente, abundó, la higiene del sueño, dormir las horas correctas. Lo ideal sería dormir a las 9 de la noche y despertase entre las cinco y seis de la mañana, en ese periodo se repara el organismo, y esto se debe de acompañar de ejercicio, mantener contacto con la naturaleza y con las personas que quieres.
“Si nosotros trabajamos en tener la calidad de vida, definitivamente vamos a retrasar la aparición de enfermedades. No necesariamente las enfermedades están asociadas con la edad, sino también con la forma de vivir, con la alimentación y con el equilibrio”, aclaró.
(milenio.com)