La Constitución es valiosa por lo que representa, particularmente por su función de reconocer derechos humanos y garantizar su tutela efectiva, señaló la magistrada de la Sala Especializada del TEPJF, María del Carmen Alanis Figueroa.
En la Universidad de las Américas Puebla, donde se lleva a cabo el XXV Congreso Nacional de Derecho “Justicia Global: Retos del siglo XXI”, comentó que a partir de la consolidación de la justicia constitucional, los derechos humanos adquirieron un rol relevante al convertirse en límites.
Al dictar la conferencia magistral titulada “Derechos humanos: nueva dimensión de la democracia”, la magistrada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) destacó que la importancia de los derechos humanos no se queda en esta función de freno contra mayoritario.
Destacó que los derechos humanos juegan dos funciones sumamente trascendentes, tanto desde un punto de vista jurídico, como en la arena política.
La primera radica en su rol revolucionario o como auténticos instrumentos de cambio y transformación social.
En ese sentido, los derechos humanos representan conquistas sociales que empujaron a los Estados a reconocer la titularidad de grupos que tradicionalmente se consideraron excluidos, como los migrantes, indígenas, personas con discapacidad o las mujeres.
Además, aceptar sus contenidos pese a lo establecido a nivel interno, cuando su origen es un instrumento internacional; y sensibilizarse a la multiculturalidad, al especificar los alcances de ciertos derechos y al crear otros en aras de emparejar el piso para todas las personas.
La segunda refiere que a partir de su internacionalización, el reconocimiento y tutela de los derechos humanos dejó de ser una cuestión exclusiva de los textos constitucionales, lo cual generó una transversalización de una cierta noción de justicia, que reconoce en esos derechos un mínimo que cada Estado tiene que cumplir.
Así, añadió, los derechos humanos rematerializaron constituciones, al transformar inercias ancestrales y redefinir a la democracia misma.