La Secretaría de Desarrollo Social del gobierno capitalino destacó que mediante el programa de Visitas Médicas Domiciliarias, se detectó que de 25 mil 600 adultos mayores consultados, 37 por ciento padece hipertensión arterial, 16 por ciento insuficiencia vascular periférica y siete por ciento diabetes.
Frente a esos resultados, el coordinador de Geriatría del Instituto para la Atención a los Adultos Mayores de la Sedeso, Pedro Valdez Corchado, recomendó a los adultos mayores tomarse la presión por lo menos cada dos semanas y acudir al médico a realizarse un diagnóstico preciso para saber si padece de hipertensión arterial.
Refirió que según un estudio realizado por la Coordinación de Geriatría, la hipertensión arterial es una de las enfermedades crónico-degenerativas que se presentan con más frecuencia en los adultos mayores.
En un comunicado, Valdez Corchado explicó que la hipertensión es la elevación de la presión dentro de las arterias, y llega a ser una enfermedad silenciosa, debido a que cuando se vuelve crónica no muestra síntomas.
Dijo que los síntomas más frecuentes de la hipertensión arterial son dolor de cabeza, zumbido de oídos y ver lucecitas, y que cuando se vuelve crónica y no está controlada esos síntomas dejan de manifestarse.
El especialista explicó las arterias manejan presión de dos tipos: la sistólica y la diastólica.
La tensión arterial normal en adultos es de 120 mmHg (milímetros de mercurio) cuando el corazón late (tensión sistólica) y de 80 mmHg cuando el corazón se relaja (tensión diastólica).
Cuando la tensión sistólica es igual o superior a 140 mmHg y/o la tensión diastólica es igual o superior a 90 mmHg, la tensión arterial se considera alta o elevada.
Refirió que una persona puede llegar a presentar hipertensión arterial sistólica o diastólica o ambas, aunque la que se presenta con más frecuencia en adultos mayores es la sistólica.
El tratamiento de la hipertensión arterial es determinado por el médico tratante, y puede ser farmacológico o no, ésto es, mediante una dieta que controle la sal ingerida, y actividad física de tres a cuatro veces por semana.