La mayoría de los mexicanos gratifica con una propina, principalmente a empacadores y meseros, de manera voluntaria por el buen trato y servicio recibidos, reveló un estudio de Gabinete y Comunicación Estratégica (GCE).
La práctica de dar propina se originó en Europa y después de la Guerra Civil se hizo popular entre los estadunidenses adinerados, que empezaron a dejar esas recompensas económicas a los prestadores de servicio como símbolo de lo que habían aprendido en sus vacaciones por el Viejo Continente.
De acuerdo con una encuesta de GCE, aplicada vía telefónica en 600 hogares de todo el país, 73.3 por ciento está en desacuerdo que haya lugares donde sea obligatoria o que se incluya en la cuenta, pues esa bonificación “se gana con actitud de servicio y buena atención”.
Los empacadores, los meseros y los cuida coches son a quienes se les dan más propinas, seguidos de los valet parking, repartidores y mensajeros a domicilio, despachadores de gasolina, quienes atienden los baños públicos y el personal de hoteles.
En un porcentaje menor, los encuestados afirmaron que también suelen dar recompensas económicas cuando obtienen un buen servicio por parte de boleros, peluqueros, manicuristas y taxistas.
En el ámbito internacional, hay países en los que se acostumbra dejar propina e incluso está estipulado un porcentaje, porque forma parte del salario de los camareros, y en otros como en Japón en donde es mal visto e incluso es un insulto.
En México, la Procuraduría Federal del Consumidor refiere que no existe ninguna ley que obligue al consumidor a pagar propina e incluso está prohibido que se exija.
El trabajo de la consultora encontró que únicamente 23.5 por ciento de la sociedad dice que acepta recompensar a los empleados que le brindan un servicio por el que pagó independientemente que sea obligatorio.