Dice la canción: “el amor está en el aire” y si bien se puede encontrar pareja a la vuelta de la esquina, uno de los espacios preferidos de Cupido es la oficina, donde las personas conviven al menos ocho horas al día.
Y aunque no se pueden prohibir las relaciones amorosas en los centros de trabajo, sí es factible reglamentarlas; limitarlas “es negar una realidad que lo único que conseguiría es que se dieran a escondidas”, advirtió el psicólogo de ADAMS Capacitación, Isaac Vilchis.
Señaló que en algunos lugares de trabajo se implementan los “contratos de amor”, donde se estipula el compromiso por parte de los implicados de que en ningún caso se va a afectar el rendimiento laboral.
Con dichos contratos, apunta, la empresa puede evitar denuncias de acoso sexual, pues estipula el consentimiento mutuo de la pareja de atender ese acuerdo.
Expuso que el principal problema de las relaciones en el trabajo es que los implicados mezclen lo personal y lo laboral, y eso tenga consecuencias como favoritismos y preferencias, o cuando que la relación termina, los involucrados rechacen colaborar juntos.
“En realidad, se trata más de un problema de ética que laboral”, aseguró Vilchis, quien sostuvo que un factor fundamental es la madurez de los implicados.
De encontrarse en una situación así, el especialista recomendó a los directivos de gestión del capital humano de las empresas elaborar un código de conducta o ética en la oficina, a fin de que cuando ocurra un casi así, habrá un manual provea la mejor forma de tratar el asunto.
Aconsejó también proporcionar capacitación orientada a la retroalimentación efectiva y abordar el tema con los empleados, con respeto a su privacidad, para que no interfiera en sus objetivos laborales.
Si la situación afecta a la empresa, se debe tratar como cualquier otra falta que no tenga que ver con la pareja, tal como se haría con retrasos o faltas en el trabajo, concluyó.