Autoridades mexicanas y guatemaltecas iniciaron este sábado un operativo binacional para frenar a los grupos de personas migrantes con el argumento de evitar la pandemia de COVID-19 y prevenir el tráfico de personas.
En el puente Rodolfo Robles -que conecta al estado mexicano de Chiapas con Guatemala- ambos Gobiernos coordinaron operativos militares para blindar la frontera y promover una migración “ordenada”, aunque no precisaron el número de elementos de seguridad. “Debemos entender que la migración es permanente. Sin embargo, hay que hacerla regulada y segura”, manifestó Vicente Antonio Hernández, comandante de la 36ª Zona Militar en Tapachula.
Pese a que el arranque del operativo coincide con la presión de Estados Unidos -que detuvo a más de 100.000 personas migrantes irregulares en la frontera con México en febrero- el general aseguró que la restricción de los cruces no esenciales es para evitar contagios de COVID-19 en las vacaciones. “El objetivo fundamental es que nos protejamos todos, porque vienen Semana Santa y vienen vacaciones y hay que recordar que el año pasado después del puente hubo un repunte fuerte”, manifestó el militar mexicano.
El reforzamiento de la vigilancia en los pasos formales e informales de la frontera del río Suchiate ocurre cuando el Instituto Nacional de Migración (INM) de México ha detenido a 34.993 migrantes irregulares hasta el 25 de marzo, un aumento de casi el 28 por ciento o 7.643 personas más que el año pasado. Tan solo en la frontera sur, aseveró el representante de las Fuerzas Armadas, México ha “rescatado” a más de 6.000 niñas y niños no acompañados. Las demostraciones de fuerza militar se realizaron del lado mexicano en Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, en Chiapas, y en Villahermosa, Tabasco.
El comienzo del operativo también coincide con la antesala del arribo de las primeras 1,5 millones de un total de 2,7 millones de vacunas de AstraZeneca que Estados Unidos prestará a México tras una negociación entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden.
En tanto, el director del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), Guillermo Díaz, expresó desde el puente fronterizo que su país vive situaciones difíciles por la pandemia, pero al mismo tiempo afronta el tránsito irregular de personas migrantes. “Hay que reconocer que Guatemala es un país de tránsito y no de destino, porque como país de tránsito preocupa la salud de quienes vienen, pero (también) la salud de los vecinos mexicanos”, comentó el funcionario guatemalteco quien agradeció “la voluntad política” del Gobierno de México para que se tenga una coordinación.
Asimismo, el viceministro de relaciones exteriores, Eduardo Hernández, admitió que su país enfrentará un nuevo flujo masivo de personas, incluyendo niñas, niños y adolescentes, por lo requieren la presencia de las autoridades para “disuadir, atender y retornar” de manera segura a los migrantes. También reconoció que el crimen organizado transnacional representa “una seria amenaza”.
(dw.com)