Mireya llegó a vivir a Bélgica con su esposo francés hace 20 años. Ella es mexicana y empleada en una cadena de supermercados y casi desde que llegó a Europa comenzó a enviar dinero a su madre en México. La señora, jubilada, nunca tuvo un trabajo fijo con prestaciones de ley y entonces no dispone de un ingreso que le alcance para cubrir sus necesidades.
En 2021, a raíz de la pandemia de covid-19, Mireya tuvo que engrosar su aportación habitual. “Lo decidí por la difícil situación económica de México y la de mi mamá. Es un apoyo vital para ella”, comenta.
Como ella hay 142 mil mexicanos que decidieron vivir en algunas de las naciones de Europa y miles de ellos también mandan dinero a su familia que por causa de la emergencia sanitaria tuvieron que incrementar los montos, llegando incluso a niveles récord.
Adriana también transfiere una cantidad regular a México desde que cruzó el Atlántico hace una década. Ella vive en Francia y enseña español en una escuela preparatoria. Su mamá, una abogada freelance de Ciudad de México que tampoco cuenta con pensión, necesita ese recurso “para completar sus gastos de salud”. Hace seis años sufrió una caída cuyas consecuencias le impidieron seguir litigando, además de que fue diagnosticada con Síndrome de Parkinson.
“En un momento dado -platica la migrante- tuve que hacer depósitos más grandes para que se pudiera contratar a una persona que la cuidara y para que no se quedara sin sus medicamentos”, contó.
Es igualmente el caso de Valeria en Alemania. Desde hace unos ocho años -poco después de que llegó- ella contribuye a la economía de su familia en el sur de México. La crisis del coronavirus también la orilló a aumentar sus envíos al país: “Lo que mando sirve para satisfacer necesidades básicas, como la salud de mi mamá”, comenta Valeria, quien, como artista, recibió apoyos especiales del gobierno alemán durante ese periodo tan complicado.
Las historias de esas tres mexicanas son un reflejo de la importancia que tienen las remesas que llegan de Europa; datos de Banxico apuntan que en 2022 llegaron de esas naciones 297.9 millones de dólares, 55 por ciento más de lo que se mandaba en 2017.
Y es que ellos son también “héroes nacionales”, como llama el presidente Andrés Manuel López Obrador a los paisanos que con sus remesas ayudan a sostener la economía de un país que a muchos de ellos no les brindó mejores oportunidades.
Después de India, que recibe 100 mil millones dólares anuales de remesas, sigue México con un total de 58.5 millones en 2022. De ese total, 95.5 por ciento se generó en Estados Unidos y las europeas representaron 0.5 por ciento.
Sin embargo, si se ve con lupa, en los últimos diez años las remesas europeas no habían parado de crecer hasta 2021, y en algunos países incluso se han disparado. En 2022, pasada la parte más dura de la pandemia de coronavirus las remesas bajaron ligeramente, pero continúan por encima de la época pre contingencia.
Por ejemplo, los envíos que realizó la migración mexicana desde Italia se triplicaron en ese periodo, mientras que los de España -donde se encuentra la comunidad de paisanos más numerosa de la región- se habían multiplicado por cuatro al cierre de 2021. Pero las remesas procedentes de Alemania crecieron 11 veces, las de Francia 15 y las de Reino Unido hasta 36 veces más, sobre todo, en este caso, a partir de 2016, coincidiendo con el año en que los británicos votaron a favor de salir de la Unión Europea (UE).
En total, la misma fuente arroja que la tasa de crecimiento de las remesas transmitidas a México desde los 27 países socios de la Unión Europa, Reino Unido, Suiza y Noruega fue de 577 por ciento entre 2013 -el registro más antiguo- y 2022. En comparación, esa alza fue de 158 por ciento en los envíos desde Estados Unidos.
Todo cambio
La pandemia ofrece una explicación parcial a la tendencia alcista de las remesas en ambos casos. Como lo señaló el economista Dilip Ratha, experto en la materia en el Banco Mundial, los migrantes en países ricos -como los europeos- tuvieron acceso durante la crisis sanitaria a transferencias de efectivo y estímulos fiscales. Pero en sus países de origen -como el caso de los mexicanos- no existieron tales medidas. “Había entonces más necesidad de enviar dinero a casa, vía depósitos electrónicos porque no había viajes, algo que también agrandó los registros”, refiere Ratha.
Pero para entender lo que pasa con Europa hay que observar ciertas estadísticas: en Estados Unidos, la migración mexicana “proveniente” directamente del país (no la población de “origen” mexicano) está disminuyendo desde 2014 a causa de la mortalidad y el retorno forzado y voluntario en esa comunidad, señalan los especialistas. La de Europa, en cambio, no para de crecer. Entre 2015 y 2021, ésta pasó de 105 mil a 142 mil, es decir 25 por ciento más, de acuerdo a cifras disponibles de Eurostat de 18 países de la UE, Suiza y Noruega (sin Reino Unido).
La mayor parte de ellos pertenece a segmentos sociales altos y medios y, por tanto, no migran por necesidad económica sino por otras razones. Un indicativo de ello es que, por ejemplo, del total de los permisos de residencia que otorgó la Unión Europea a mexicanos en 2021 (14 mil 573), 17 por ciento correspondió a aquellos que ya tenían un empleo -una cifra que está en aumento- y 43 por ciento fue para estudiantes de educación superior. Menos de un tercio fue emitido por motivos de reagrupación familiar, es decir a parejas mixtas y sus familiares que llegan a vivir con ellas.
Publicado en octubre pasado, un reporte realizado por el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Celam, un organismo vinculado a los bancos centrales de la región) confirma que México “destaca en la región de América Latina y el Caribe como uno de los países con peores resultados de su crecimiento económico en los años recientes”.
Esta caída ha afectado a las familias de muchos mexicanos establecidos en Europa. Y es que los hogares de rentas medias en el país pasaron de representar 42.7 por ciento en 2018 a 37.2 por ciento en 2020, el primer año de la pandemia, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Se achicó también la clase alta (de 2.2 a 1.2 por ciento) y se expandió la más pobre (de 51.1 a 56.6 por ciento).
De tal forma, el incremento de las remesas enviadas desde Europa -que seguirán esa curva ascendente mientras continúe la situación actual- puede interpretarse así: como un síntoma del golpe económico resentido por las clases medias mexicanas en el país.
(milenio.com)