En este verano, cuando las temperaturas superaron los 35 grados centígrados durante unos días en Europa, las quejas colectivas de agotamiento por calor se escucharon con fuerza entre los trabajadores al aire libre y los de oficina. Sin embargo, en los países ecuatoriales del África subsahariana y el sur de Asia, el aumento de las temperaturas está obligando a la gente a trabajar en medio de un fuerte estrés térmico durante la mayor parte del año.
Sudáfrica perdería un 20% del PIB por el calor
Los trabajadores de bajos ingresos empleados en la agricultura o la construcción, que trabajan principalmente al aire libre, son especialmente vulnerables al estrés térmico. Las consecuencias manifiestas para la salud son el agotamiento por calor, la insolación y, a veces, la muerte. Investigadores estudian la relación entre el estrés térmico y la disminución de la productividad como parte de los argumentos económicos para la acción climática.
En Sudáfrica, el PIB per cápita disminuirá hasta un 20% en 2100 a causa del estrés térmico si el calentamiento llega al máximo de 3,5 grados Celsius, según un estudio del Centro Euromediterráneo sobre el Cambio Climático (CMCC), con sede en Venecia.
La productividad laboral de los trabajadores poco cualificados disminuye a partir de un umbral de 26,2 grados centígrados, concluye el estudio. Sin embargo, no tiene en cuenta otros impactos climáticos como la subida del nivel del mar, las inundaciones o las sequías. Por lo tanto, la disminución del 20% en la producción de los trabajadores es probablemente una “estimación conservadora”, dice Shouro Dasgupta, profesor del CMCC.
Por otra parte, un estudio de 2019, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una agencia de la ONU, estimó que el estrés térmico podría reducir los niveles de productividad mundial en un equivalente a 80 millones de puestos de trabajo de tiempo completo para el año 2030. En otras palabras, el 2,2% del total de horas de trabajo en todo el mundo podría perderse debido al calor extremo para finales de la década. En los países más calurosos del sur de Asia y del oeste de África, la pérdida de horas de trabajo podría llegar al 5%.
Pero este es el mejor de los casos, ya que las proyecciones del informe de la OIT suponen un aumento de la temperatura mundial de 1,5 grados centígrados para finales de siglo, que solo será posible mediante una rápida descarbonización. También asume que los trabajos en los sectores de la construcción y la agricultura se realizan a la sombra, lo que no suele ser el caso.
“Ya a los 24-25 grados, nuestra productividad y nuestro ritmo empiezan a ralentizarse”, dice Catherine Saget, coautora del informe de la OIT sobre “Trabajar en un planeta más cálido”. A 35 grados centígrados, los trabajadores de la agricultura o la construcción con una “alta intensidad física de trabajo” pierden 30 minutos de productividad cada hora debido al estrés térmico. Sin embargo, el calor no es universal, y “empeora” en lugares con mucha humedad, dijo.
Muerte de trabajadores por calor extremo en Qatar
Muchos de los miles de trabajadores inmigrantes que trabajaban en las construcciones para la Copa del Mundo de fútbol en Qatar murieron por estrés térmico. Los trabajadores nepalíes de entre 20 y 30 años en Qatar han sufrido un alarmante aumento de muertes por infarto, probablemente debido al estrés térmico, según un informe de 2019 elaborado por expertos cardiovasculares. Un estudio de la OIT sobre el estrés por calor en Qatar mostró que los trabajadores manuales suelen seguir trabajando a temperaturas superiores a los 45 grados centígrados en condiciones de 90% de humedad relativa, lo que se ve agravado por la intensa radiación solar.
Tras 15 años de lucha, las autoridades qataríes legislaron sobre el estrés térmico. Se amplió la prohibición de trabajar al aire libre desde las 10 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde desde junio hasta septiembre. Y los trabajadores deben parar las labores si las temperaturas superan los 32,1 grados, según índices de humedad y radiación solar.
Trabajar menos significa ganar menos
En junio entraron en vigor las prohibiciones de trabajar al mediodía en todo Oriente Medio, incluidos Kuwait, Omán, Arabia Saudí y los EAU. Sin embargo, según Migrant-Rights.org, una organización de defensa de los derechos de los trabajadores inmigrantes con sede en el Golfo, estas medidas no son suficientes. “Con la excepción de Qatar, las prohibiciones se basan en fechas arbitrarias del calendario y no en las temperaturas reales del día, lo que deja a los trabajadores expuestos a niveles peligrosos de estrés térmico”, informó Migrant-Rights.org.
Catherine Saget afirma que existe una “mayor voluntad política” en todo el mundo para abordar la salud y la seguridad laboral de los trabajadores, lo que incluye el estrés térmico. Cita el incendio de la fábrica en el que murieron más de 1.000 trabajadores en Rana Plaza, en Bangladesh, en 2013, como un factor clave en el cambio para abordar las condiciones de los trabajadores.
Al trabajar menos horas productivas en un mundo que se calienta, los trabajadores más pobres sufrirán un aumento de la pobreza. “Si trabajan menos, ganan menos”, dijo. Y en comparación con los trabajadores de “baja exposición” que trabajan en interiores, estos trabajadores de alta exposición perderán una “mayor parte de sus ingresos”.
Reducir contaminación debiera ser interés nacional de emisores
El empeoramiento de la malnutrición entre los trabajadores con bajos ingresos agravará los efectos del estrés térmico. Según un estudio de 2020 del que es coautor Dasgupta, los trabajadores agrícolas de Uganda que ya sufren inseguridad alimentaria a causa del cambio climático no podrán acceder a las calorías adicionales necesarias para mantener la productividad bajo el estrés térmico. Esto se sumará a los desplazamientos provocados por el clima y a un cambio demográfico hacia ciudades ya superpobladas. “La gente se desplazará de las zonas más cálidas y pobres a las más ricas y frías”, dijo.
Según Tord Kjellstrom, profesor honorario del Instituto de Salud Global del University College de Londres,”las pérdidas económicas pueden ser mayores que el coste de la conversión de la producción de electricidad a fuentes renovables”, afirma. Y concluye que “estos datos podrían convencer a los principales países emisores de gases de efecto invernadero para que aceleren su reducción en su propio interés nacional”.
(dw.com)