Río de Janeiro.- Brasil, con grandes reservas de petróleo bajo el lecho marino de sus costas, enfrenta con preocupación la caída de los precios del crudo, que pondrían en riesgo multimillonarias inversiones y obligarían a reducir en forma drástica el gasto público en algunos municipios cariocas.
La región más afectada por la caída de los precios del crudo, que en apenas un año pasó de cotizar de forma estable a 100 dólares el barril de Brent a oscilar por debajo de los 50, es el estado de Río de Janeiro, donde se concentra el grueso de la explotación de las reservas.
En ese estado, el segundo más rico de Brasil tras Sao Paulo, decenas de municipios convocaron las últimas semanas reuniones de urgencia, pues prevén que la recaudación por ‘royalties’ –los derechos derivados de la extracción del crudo- caiga un 65 por ciento en algunos casos.
En promedio, los municipios fluminenses perderán entre el 30 y 40 por ciento de los ingresos petroleros a causa de la caída de los precios, según un estudio reciente del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE).
Para el estado de Río de Janeiro ello supondría una baja de entre dos y tres mil millones de dólares en sus ingresos.
Por consiguiente, municipios petroleros como Macaé, Cabo Frío, Rio das Ostras y Sao Joao da Barra, por citar algunos, han aplicado súbitos y dolorosos planes de austeridad que prevén una reducción de los salarios municipales, recorte de empleos e incluso el gasto social destinado a infraestructura como la iluminación.
El gobernador del estado, Luiz Fernando Pezao, dijo que ya contactó con el gobierno federal para pedir ayudas al Ministerio de Hacienda que compensen la caída de los ingresos y advirtió que el estado tendrá que “aprender sin petróleo” en el futuro, en previsión de que la situación actual de precios bajos se prolongue.
Las consecuencias de un barril de crudo que no deja de caer, con impactos notables en países muy dependientes de la venta de hidrocarburos como Rusia o Venezuela, también se dejarán sentir en la petrolera estatal brasileña Petrobras –la mayor empresa del país-, justo en momentos en que la compañía se enfrenta a una profunda crisis por los escándalos de corrupción que hundió su acción en bolsa.
Los analistas señalan que a corto plazo la caída de los precios podría beneficiarle en su balance, pues Petrobras vende en Brasil gasolina a precios menores a los que compra los refinados en el exterior, a pedido del gobierno, para no alentar la inflación, que ya se sitúa cercana al 6.4 por ciento pese al crecimiento económico cercano a cero.
Sin embargo, si los precios a largo plazo se mantienen en niveles como los actuales, Petrobras podría tener que anular o postergar inversiones en el llamado “pre-sal”, los pozos petrolíferos ultraprofundos en el litoral brasileño cuya perforación exige colosales sumas en infraestructura para llegar hasta los seis kilómetros de profundidad.
“En caso de que el petróleo permanezca en niveles actuales durante algunos años la situación de Petrobras se volverá especialmente vulnerable”, indicó el consultor especializado Luiz Alberto Bustamante.
Petrobras prevé producir una media de cuatro millones de barriles por día en la década de 2020 a 2030, el doble de lo actual, pero para ello deberá acometer multimillonarias inversiones.
La presidenta de la compañía, María das Graça Foster, anunció el año pasado inversiones por un total de 102 mil millones de dólares hasta 2018 para explotar esos recursos, que deberían convertir a Brasil en uno de los diez mayores productores mundiales.
La cotización del precio del petróleo a la baja también ha afectado a otros sectores importantes para Brasil como es la exportación de productos agroalimentarios, justo cuando el país sudamericano aprovechaba comercialmente el conflicto diplomático entre Europa y Estados Unidos con Rusia.
Rusia, cuyos presupuestos dependen enormemente de la venta de hidrocarburos, ha reducido drásticamente sus importaciones de carne bovina brasileña, que había ganado cuota de mercado con el embargo impuesto por Moscú a los agroalimentarios europeos y estadunidenses en otoño.
De una media de 120 millones de dólares exportados mensualmente por Brasil a Rusia, en noviembre y en diciembre las ventas de carne apenas alcanzaron 57 y 32 millones, respectivamente, datos impactados también por el hundimiento del rublo, la moneda rusa.
“La crisis del petróleo y del tipo de cambio en Rusia tuvieron un impacto en las exportaciones”, dijo Antonio Camardelli, presidente de la Asociación de Exportadores de Carne Bovina (ABIEC, por sus siglas en portugués).