Río de Janeiro.- El ministro brasileño de Hacienda, Joaquim Levy, prometió hoy que el Gobierno cumplirá sus compromisos de “disciplina fiscal y estabilidad de precios”, ante la incertidumbre económica por la devaluación de la moneda respecto al dólar.
En un marco de complejidad política, pues la presidenta Dilma Rousseff no logró nombrar presidente del nuevo Congreso a su candidato, lo que puede retrasar o incluso dificultar la aprobación de medidas adoptadas por el Ejecutivo, Levy dijo que la austeridad es un “valor indispensable para sustentar el crecimiento”.
“El ajuste de gastos ya en curso, en consonancia con el fortalecimiento institucional de la responsabilidad fiscal del país, se presenta como un factor aún más importante para la estabilidad monetaria”, señaló el ministro en un documento presentado al Tesoro.
De esta forma, el hombre elegido por Rousseff para enderezar la desaceleración económica de Brasil enviaba un mensaje velado a sectores del Partido de los Trabajadores (PT) de la propia presidenta que se manifestaron en contra de los planes de llevar a cabo recortes sociales con el objetivo de equilibrar las cuentas públicas del país.
Preocupa en Brasil que, en un contexto en que la economía crecerá este año casi plano o incluso sufrirá una “recesión inflacionaria”, crezca la desconfianza de los inversores con la mayor economía de América Latina.
Brasil tiene uno de los mayores déficits nominales -que incluye el pago de los intereses de la deuda- del mundo, en torno a 6.7 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), un dato muy por encima de la media de los países emergentes (1.9 por ciento), según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Este miércoles el país volvió a registrar su menor cotización real-dólar en una década, superando un récord alcanzado la víspera, y la moneda brasileña se situaba a 2.85 unidades por billete verde.
Ello supone una devaluación superior a 25 por ciento en apenas cuatro meses, y los expertos señalan que, a la apreciación propia del dólar, se suma la desconfianza de los inversores en Brasil, pues perciben que con un Congreso fraccionado, Rousseff tendrá dificultades para sacar adelante sus reformas económicas.
El FMI señaló el mes pasado que la séptima mayor economía del mundo crecerá apenas 0.3 por ciento en 2015, mientras hace pocos meses preveía que Brasil crecería 1.4 por ciento este año.
La inflación, que en enero avanzó 1.24 por ciento, su mayor alta mensual desde 2003, debería situarse en 7.15 por ciento, pese al crecimiento plano, según expertos citados en un informe semanal del Banco Central de Brasil.