Un ecosistema único de mangle rojo en la ribera del río San Pedro Mártir, guarda en cada hoja la historia del último periodo interglaciar del planeta, y prueba que hace 125 mil años, el mar inundaba la parte baja del edén tabasqueño -hasta la frontera con Guatemala-, lo que los investigadores han descrito como una advertencia de los efectos del calentamiento global.
“Estamos a 15 metros sobre el nivel del mar, son los manglares más tierra adentro del mundo, y los de mayor altitud sobre el nivel del mar. Eso es lo que hace particular a este mangle que sobrevive prácticamente en agua dulce, eso los hace únicos, aquí no tenemos ninguna entrada de mar, aquí la conexión del mar se perdió hace más de 100 mil años, tiempo que estos mangles han sobrevivido”, relató el doctor Carlos Burelo, biólogo de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UAJT).
A bordo de una lancha en compañía de sus estudiantes que se disponen a identificar las variedades de bromelias, hongos y mariposas para conformar un listado de la biodiversidad del sitio –ya que incluso la Conabio carece de esos registros–, el botánico tabasqueño Carlos Burelo subraya que se trata de un ecosistema relicto, “vestigios de un suceso, de un capítulo de la historia de la tierra, que se quedó y qué está sobreviviendo y por lo tanto hay que cuidarlo”.
El caudaloso río San Pedro Mártir que nace en El Petén, Guatemala, recorre los municipios tabasqueños de Tenosique y Balancán, hasta desembocar en el Usumacinta, donde los manglares que sobrevivieron a la glaciación, se adaptaron a vivir en el agua dulce del río.
“Esto sucedió hace 125 mil años se debió a qué la temperatura media del planeta subió entre 4 a 6 grados y eso provocó que el mar se elevará, se hipotetiza que hasta 9 metros sobre el nivel del mar actual. Entonces, lo que estamos provocando con la actividad humana es el calentamiento global, que está acelerando esto, incrementando la temperatura y esto puede provocar que el mar regrese a esta zona, no sabemos en cuánto tiempo, pero si ya pasó una vez podría volver a pasar en otro momento”, advirtió.
A un kilómetro del río, en inmediaciones de la zona arqueológica maya Moral-Reforma, los investigadores hallaron fósiles de ostiones y caracoles de 125 mil años, por lo que consideran que esa zona hubo lagunas costeras. A 25 kilómetros del manglar, en lo que hoy es el rancho San Miguel, identificaron una playa de fina arena blanca que data de la misma época.
Se percataron de ella, porque los agricultores incorporados al programa Sembrando vida del gobierno federal, no tenían buenos cultivos.
“Ahorita estamos trabajando en árboles de Sembrando vida, cuando escarbamos encontramos una cápita mínima de 10 centímetros de tierra fértil, ya lo demás es arenosa y empieza así arena, arena, y ya lo mucho tarda sembrado unos 10 días y se muere la planta”, señaló Nicolás.
La situación se explica porque “esto era una playa, posteriormente se retira la playa y la selva se hace presente”, dijo el doctor Burelo al sostener que las huellas del mar en esta región de Tabasco, advierten las implicaciones del calentamiento global.
“La actividad humana está provocando esto, está acelerando esto, incrementando la temperatura y esto puede provocar que el mar regrese a esta zona. No sabemos en cuánto tiempo, pero si ya pasó una vez podría volver a pasar en otro momento”.
Convivimos con los manglares sin conocimiento de su valor
El doctor Carlos Burelo, originario de Balancán, solía pescar de niño con su padre en el río San Pedro, rodeado de los manglares cuya peculiaridad desconocía, así como el resto de los pobladores asentados en la zona y que ahora se maravilla con la noticia difundida sobre el hallazgo del “mundo perdido de manglares”.
“Crecí, me hice biólogo y volví a este río a hacer un trabajo de investigación, ya con el conocimiento de biólogo y con el doctorado, pude hacerme la pregunta qué hacen estos manglares en este lugar, ¿Cómo llegaron?, ¿hace cuánto? Los mangles están asociados, o está escrito en los libros, que normalmente están en lugares influenciados por agua marina, y aquí está en un lugar con agua dulce”.
Así que mediante correo electrónico, el tabasqueño buscó apoyo del afamado conservacionista mexicano Exequiel Excurra, profesor de ecología en la Universidad de California Riverside.
“Él, un poco con incredulidad me dijo que no era posible, me contestó que era algo que podría no ser cierto”.
Pero Burelo respondió que si bien no es especialista en mangles, los conoce perfectamente y sabía que su existencia en ese lugar “no es normal”, así que le envió fotografías.
“Al día siguiente me hizo una llamada que inició toda la historia; entre 2017-2018 inició está aventura, vinieron ellos, vinieron otros investigadores, se llevaron muestras, todo el recorrido para hacer excavaciones, encontrar fósiles, las playas antiguas y fue toda una aventura”.
Al trabajo de campo se sumó Octavio Aburto, ecólogo marino del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California San Diego, además de Paula Ezcurra, de la Universidad de California Riverside, y directora del programa científico de la Alianza para las Ciencias del Clima; además de Sula Vanderplank, de Pronatura Noroeste.
Los resultados de sus estudios se publicaron este 5 de octubre en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), y la noticia se difundió por todo el país, sorprendiendo a los habitantes locales.
“Se convivía sin conocimiento, porque no sabía uno que el mangle pertenece al agua salada, al mar, sino que algo que como cultura, ahí crecimos con ellos, y no teníamos ese gran conocimiento de la importancia y valor”, dijo Alfredo Caballero, promotor y protector de las Cascadas de Reforma.
“Hay partes del río donde ya no hay ni una matita”
El río es vital para los habitantes de Balancán que dependen de la pesca, también sus manglares, “porque ahí hay vida, dentro de esas raíces de mangle hay vida, los peces que son nativos del río, ahí se protegen”, dice Marisela Sánchez, una mujer menudita, mientras intenta atrapar algunos peces que produce en jaulas dentro del río, pero se lamenta por la pérdida.
“Este es mangle rojo, pues es muy poco lo que hay ahorita, yo digo que si la gente se animará a sembrar por las orillas y cuidarlo de que los dueños de los ranchos no lo quemen, habría más, pero los dueños de los ranchos echan fuego y entonces se va quemando. Hay partes dónde hay, y partes dónde no hay ni una matita”.
El doctor Carlos Burelo sostiene que estos mangles son especiales porque no sólo sobrevivieron al periodo interglaciar, además se salvaron de la terrible deforestación de la selva que se impulsó en esta región en la década de los 70, a través del plan Balancán-Tenosique.
“Era una selva alta de 40 metros continúa hasta Calakmul (Campeche), quisieron convertir esta zona en el granero de México, dónde maquinaria pesada venía y tumbaba árboles de 40 – 50 metros, los quemaban para convertirla en una zona arrocera, de yuca, maíz, frijol; al final no funcionó y perdimos gran diversidad, grandes áreas de selva y nos quedaron las riberas de los ríos porque no entraba la maquinaria aquí, se hundía y lograron sobrevivir estos ecosistemas”.
Por ello, demanda a las autoridades decretar el sitio urgentemente como área natural protegida, pues en la zona se está construyendo la estación del Tren Maya “El Triunfo”, que representa una esperanza para los locales, quienes esperan detone un mayor crecimiento económico, pues el 60 por ciento de la población se encuentra en condición de pobreza.
“Todas las comunidades asentadas sobre la Ribera del río San Pedro ven con buenos ojos el Tren Maya, estos pueblos se crearon con el tren que se perdió el tren por diferentes factores y hoy que se está construyendo una nueva vía, que hay proyectos para el Tren Maya ven la oportunidad de renacer.
“Lo que preocupa es que estas comunidades carecen de recursos, no tenemos drenaje eficiente, recolección de residuos, la luz sube y baja a cada rato, no hay internet, entonces qué va a pasar el día de mañana que en este poblado lleguen mil gentes más. Lo que queremos es que estos lugares antes de que pase el primer recorrido del tren tengan solventado toda la problemática de servicios que pondría en riesgo todos los ecosistemas, que sea una zona protegida, para que esto tenga viabilidad por mucho tiempo. No va a servir de nada tener una terminal del Tren Maya aquí, si al final vamos a tener un río contaminado”, sostuvo Carlos Burelo.
(milenio.com)