El guitarrista, compositor y cantante estadunidense B.B. King, uno de los artistas de blues más influyentes de la historia, deja más de 50 discos en su haber, 15 premios Grammy y varios éxitos como “Three O’clock blues” y “The thrill is gone”, así como el dueto “When love comes to town”, con la banda U2.
El llamado “Rey del Blues”, quien murió en Las Vegas a los 89 años, será recordado como el cantante que junto con su fiel guitarra “Lucille” llevó al blues, un género musical tradicional de las cantinas del delta del Mississippi, a las salas de conciertos como el Carnegie Hall, con lo que creó un sonido único en el mundo.
Riley Ben King, su nombre real, nació el 16 de septiembre de 1925 en Mississippi. Desde temprana edad manifestó su pasión por la música; obtuvo su primera guitarra a los 12 años.
Mientras trabajaba como conductor de tractores tocaba con un cuarteto local en iglesias de Inverness. Fue en 1948, cuando actuó en el programa de radio KWEM, de Sonny Boy Williamson, que Riley comenzó una exitosa trayectoria musical.
A partir de ese momento comenzaron a surgir compromisos firmes en el Sixteenth Avenue Grill de West Memphis, luego participó en un spot de 10 minutos en la estación de radio WDIA de Memphis, el cual se amplió hasta convertirse en el Sepia Swing Club.
En ese periodo fue cuando el músico obtuvo el nombre artístico que lo acompañaría hasta el final: en WDIA trabajó como cantante y DJ con el apodo de “Beale Street Blues Boy”, que con el tiempo se acortó a “Blues Boy” y finalmente “B.B.”.
En 1949 tocó en un salón de baile en Arkansas y durante su presentación dos hombres comenzaron a pelear y produjeron un incendio al romper un barril de queroseno, todos fueron evacuados, pero cuando el músico se dio cuenta de que había dejado su guitarra en el edifico en llamas, regresó a rescatarla.
Arriesgando su vida, B.B. King recuperó su guitarra, una Gibson acústica y cuando se enteró de que los hombres que provocaron la conflagración habían peleado por una mujer llamada Lucille, decidió bautizar así a su guitarra, al igual que todas las que tuvo después, en recuerdo de no volver a arriesgar su vida.
Ya en la década de los 50, Riley era uno de los músicos más destacados en el blues, su fama se fue expandiendo y en 1962 firmó con ABC-Paramount Records y tan sólo dos años después grabó uno de sus discos más representativos, “Live at the Regal”.
Otros de sus materiales destacados son “Confessin’ the blues” (1966) e “Indianola Mississippi speeds” (1970). Obtuvo numerosos galardones y varios premios Grammy por su éxito “The thrill is gone” y sus materiales “There must be a better world somewhere” (1981), “My guitar sings the blues” (1986) y “Live at San Quentin” (1990).
También, “Live at the Apollo” (1991) y “Blues summit” (1992). En 1987 le concedieron el Premio Grammy por su dedicación a la música. Cabe destacar que ya desde entonces comenzaba a influenciar a notables figuras del rock y del blues debido a su innovador estilo.
Actuó en 1968 en la sala de conciertos Fillmore West de San Francisco, un paraíso para los hippies, y un año después fue telonero de The Rolling Stones en 18 conciertos en Estados Unidos.
Interpretaba su tema insignia, “The thrill is gone”, que reflejaba la angustia a menudo tan característica del blues, con punteos cortos de guitarra.
Continuó una sólida trayectoria para el músico, con menos grabaciones pero visible en el escenario.
Para 1988 conquistó a una nueva generación de seguidores con el tema “When love comes to town”, junto a U2 en su álbum “Rattle and hum”.
Otras colaboraciones importantes que tuvo B.B. King fueron al lado de Albert King, Stevie Ray Vaughan, Eric Clapton, Phil Collins, Gladys Knight, Paul Butterfield, Chaka Khan y Billy Ocean.
En 1995, en el Festival de Jazz de San Sebastián, España, tocó con Raimundo Amador, y en el disco Gerundina, de este último, intervino en dos temas.
Según la crítica, su humilde y elegante estilo, mezcla de gospel, jazz y blues del Delta, fue un compendio perfecto entre expresión rítmica y síntesis melódica. Con tan sólo cuatro o cinco notas colocadas en el lugar preciso fue capaz de decirlo todo.
Defensor de la educación de la música en los niños, Riley en 2002 fue contratado como partidario oficial de Little Kids Rock, una organización sin fines de lucro que provee a los niños de escuelas públicas de todo Estados Unidos, lecciones e instrumentos musicales de manera gratuita.
En 2003, la revista “Rolling Stone” afirmó que era el tercer guitarrista más importante de la historia después de Jimi Hendrix y Duane Allman y por delante de Eric Clapton, con quien grabó el material “Riding with the king”.
En julio de 2006 visitió Europa y en ese momento decidió realizar su despedida en Suiza, tocando dos veces en la décimo cuarta edición del Festival de Jazz de Montreux y también en Zúrichen el “Blues at Sunset”, el 14 de julio.
Durante su última actuación en Montreux, en el Salón Stravinski, tocó junto a Joe Sample, Randy Crawford, David Sanborn, Gladys Knight, Lella James, Earl Thomas, Stanley Clarke, John McLaughlin, Barbara Hendricks y George Duke.
La gira de despedida finalizó en Luxemburgo el 19 de septiembre de 2006 en el estadio D’Coque.
Posteriormente, en junio de 2010, realizó una breve gira por España, interpretando sus temas más clásicos en Madrid y Valladolid.
King llegó a ofrecer más de 300 conciertos al año. A pesar de padecer diabetes crónica en las últimas dos décadas, hasta hace muy poco mantuvo un calendario de giras que cansaría a músicos mucho más jóvenes que él.
Otra de las razones que llevaron a King, quien en 1987 fue introducido en el Salón de la Fama del Rock and Roll, a seguir haciendo kilómetros de gira, era su esperanza de mantener vivo el blues.
Hasta los últimos momentos de su carrera colaboró con The Rolling Stones, Van Morrison, David Gilmour y Eric Clapton, y además realizó “tours” musicales por todo el mundo.