Brasilia.- “Brasil es un gran actor en el escenario mundial y las visitas de alto nivel son una demostración de que queremos invertir en una fuerte relación bilateral”, afirmó el pasado 24 de marzo Patrick Ventrell, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Esa versión destaca también que los gobiernos de Dilma Rousseff y Barack Obama han dicho que desean reprogramar la visita de la presidenta de Brasil a Washington, por lo cual se ha trabajado durante meses para establecer una agenda bilateral sólida.
La gira de la mandataria brasileña estaba programada para fines de 2013; pero se canceló, tras revelarse que la Agencia Nacional de Seguridad (ANS) de Estados Unidos la había espiado, hecho revelado por filtraciones del exanalista Edward Snowden que incomodaron a Brasilia.
El descubrimiento de esas acciones enfriaron el entendimiento entre las dos mayores economías de América, y el nuevo contexto económico y diplomático afianza el interés y propicia un acercamiento tras las tensiones provocadas, para que Estados Unidos y Brasil recompongan su relación.
El portavoz evitó especular sobre posibles fechas de una reunión en la Casa Blanca entre Rousseff y Obama, sin confirmar ni desmentir una información periodística que aseguraba que el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, le hizo una invitación formal a Dilma Rousseff en una llamada telefónica a mediados de marzo.
“Las visitas de alto nivel son una demostración de que queremos invertir en una fuerte relación bilateral”, señaló Ventrell, luego de que Biden ofreciera la posibilidad de una visita de Estado en 2016 -la categoría más distintiva y extendida de las citas bilaterales- o una visita de alto nivel; pero menos formal para 2015.
Está previsto que Obama y Rousseff hablen de posibles fechas en una reunión de la Cumbre de las Américas que se celebrará en Panamá el 6 de abril próximo.
La última vez que ambos se vieron fue en la cumbre del G20 el pasado noviembre en Australia y, aprovechando su visita a Washington para la designación del nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Mauro Vieira, se reunió con la asesora de seguridad nacional de Obama, Susan Rice.
Consumado el triunfo de Dilma Rousseff en las elecciones del 26 de octubre de 2014, sin embargo debió enfrentar los malos resultados de la economía, en recesión técnica desde mediados del año pasado, cuando también detonó el escándalo de corrupción en la empresa Petrobras.
El descubrimiento de ese esquema de corrupción y el descenso de la economía, obligaron a la mandataria a adoptar medidas extremas, como la integración de un amplio gabinete presidencial, en el que tiene un relevante significado el nombramiento de Joaquim Levy como ministro de Economía.
Aceptado por los mercados globales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Reserva Federal de Estados Unidos, el ortodoxo Levy recomendó de inmediato la eliminación de las exenciones fiscales, la extinción de los subsidios y la reducción al mínimo del gasto público.
“El hecho de que el ministerio de Economía de Brasil tenga al frente a una personalidad importante en el ámbito de las finanzas –destaca un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) difundido en Corea del Sur el 29 de marzo pasado-, es representativo para Washington, que debe normalizar sus relaciones con la primera y más potente economía de América Latina”.