Múnich.- El conflicto en Ucrania volvió a centrar hoy toda la atención en la Conferencia de Seguridad de Múnich, que los países europeos iniciaron el viernes en esta ciudad del sur de Alemania y que se clausurará mañana domingo.
Pese a los desacuerdos, los presentes coincidieron en la vía pacífica y diplomática como la única posible para solucionar la crisis.
Pese a los recientes esfuerzos de paz a raíz de la iniciativa diplomática lanzada por Francia y Alemania esta semana, la Conferencia en Múnich volvió a ser escenario del continuo cruce de acusaciones entre Estados Unidos y Rusia en torno al conflicto.
El vicepresidente estadunidense, Joe Biden, volvió a pedir a Moscú que ceda y cambie su postura, advirtiendo de consecuencias si no lo hace.
“Debemos seguir determinados y unidos en nuestro apoyo a Ucrania, pues lo que allí ocurra tiene repercusiones en el mundo entero”, señaló.
Además Rusia tiene en sus manos influir a los rebeldes separatistas del este, destacó Biden, quien responsabilizó a Putin personalmente de la grave crisis de seguridad creada en Europa.
Hasta 2012, recordó, Washington y Moscú lograron mucho juntos pero después Putin tomó otro camino.
“Que el mundo sea ahora diferente es resultado de las decisiones de Putin”, acusó.
Sin embargo, Biden reiteró su rechazo a una solución militar: “No creemos que pueda haber una solución militar en Ucrania”, dijo al tiempo que defendió el derecho de Ucrania a la autodefensa.
Estados Unidos, dijo, apoya la iniciativa diplomática de la canciller federal alemana, Angela Merkel, y del presidente francés, Francois Hollande, junto con el jefe del Kremlin, Vladimir Putin. Tanto Biden como el presidente Barack Obama consideran que deben hacerse todos los esfuerzos posibles para salvar vidas y poner al fin al conflicto.
Sin embargo, durante la conferencia, Merkel se mostró hoy muy cauta sobre los logros de la iniciativa diplomática.
“Tras las conversaciones es incierto si tendrán éxito”, aseguró. En cualquier forma, hay que hacer ese esfuerzo. “Se lo debemos a todos los afectados por el conflicto en Ucrania”, consideró.
El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, se mostró algo más optimista al señalar que “las conversaciones del viernes en Moscú son una buena base para tener un cierto grado de optimismo para solucionar el conflicto”.
En tanto, los separatistas del este de Ucrania se mostraron optimistas.
Merkel volvió a pronunciarse en contra del suministro de armas a territorio ucraniano, al señalar que “militarmente no se ganará nada, esa es la amarga realidad”, consideró, pese a que mostró compresión por las conversaciones al respecto que mantienen Washington y Kiev.
Al contrario, el mandatario ucraniano Petro Poroshenko aprovechó la conferencia para volver a pedir apoyo militar en lugar del diálogo: “Ahora quieren que negociemos directamente con terroristas. ¡No!”, dijo.
Poroshenko dijo que Ucrania necesita un alto al fuego y que las elecciones libres “nunca reconoceremos las falsas elecciones de noviembre y la proclamación de la república popular de Donetsk”.
El líder ucraniano volvió a pedir apoyo militar a Occidente, alegando que la falta de capacidades militares lleva incluso a una mayor escalada del conflicto.
Su país, dijo, es una nación soberana y tiene el derecho a defenderse. “En el marco del conflicto hemos demostrado que manejamos las armas de forma responsable”.
Merkel y Hollande visitaron el viernes a Putin en Moscú tras deliberar el jueves con el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, en Kiev, y anunciaron una iniciativa de paz cuyo contenido no se conoce pero que básicamente sería una reelaboración de los acuerdos de Minsk alcanzados en septiembre, pero que nunca se implementaron en Ucrania.
Controvertida sigue siendo la línea de demarcación entre las partes en conflicto, cuyo enfrentamiento escaló en las últimas semanas.
El domingo está prevista una conversación telefónica al respecto entre Merkel, Hollande, Poroshenko y Putin.
Sin embargo, Merkel mostró abiertamente una cierta desconfianza por Putin: “no tenemos ninguna garantía de que Putin haga lo que esperamos”, reconoció, aunque dejó claro que tampoco quiere una confrontación con Rusia. “Queremos configurar la seguridad en Europa junto a Rusia”.
Lavrov, por su parte, pidió negociar al mismo nivel, y señaló que “el mundo se encuentra en un punto de inflexión (…) se pone en cuestión si Occidente quiere erigir una arquitectura de seguridad con, sin o contra Rusia”.
Aprovechó la conferencia para impugnar a Occidente, y dijo que “las tensiones actuales no están motivadas sólo por el conflicto de Ucrania, sino por los sucesos de los últimos 25 años”, acusando a la OTAN de ignorar los intereses de la seguridad de Rusia.
Lavrov consideró terminada la cooperación estratégica con la Unión Europea, tras las últimas tensiones y las sanciones mutuas aprobadas.
Lavrov negó la responsabilidad de Rusia en la crisis ucraniana, señalando que la UE y Estados Unidos adoptaron pasos que llevaron a la escalada del conflicto, y justificó la anexión de la península de Crimea como resultado del derecho de autodeterminación de su población.
Al mismo tiempo, Lavrov se mostró dispuesto a dialogar y pidió que el gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos reanuden las negociaciones.
La segunda jornada de la Conferencia de Múnich se vio acompañada de manifestaciones contra la misma a las afueras de la sede de las reuniones.
Bajo el lema “No hay paz con la OTAN”, más de cuatro mil personas se congregaron en la Plaza de María, en el centro de Múnich, según datos de la policía.
En el lugar había unos mil efectivos desplegados para vigilar la seguridad y no se registraron incidentes.
Los manifestantes mostraron pancartas con lemas como “la paz se logra sin las armas”; “cesen la demonización de Rusia” o “su seguridad nos da miedo”.