Buenos Aires.- La epidemia de feminicidios que padece Argentina ya acumuló mil 808 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en los últimos siete años.
Los datos, escalofriantes, son resultado de un informe anual que elabora la organización no gubernamental Casa del Encuentro, que recopila únicamente los feminicidios que fueron reportados en la prensa.
Tan sólo durante el año pasado, 277 mujeres fueron asesinadas dentro de su hogar de todas las maneras posibles: por ahorcamiento, a tiros, a cuchilladas, a golpes, violadas, quemadas o descuartizadas.
Esta cifra es un 6.0 por ciento menor a la registrada en 2013, el año en el que se cometió un récord de 295 feminicidios, pero sigue superando, por mucho, los 208 asesinatos reportados en el primer informe que se presentó en 2008.
A ello se le suma otra tragedia más silenciosa, que es la orfandad, ya que el año pasado 200 niños perdieron a su mamá gracias a esta violencia de género que responde a patrones culturales difíciles de desterrar.
Niñas tiradas en la basura, mujeres arrojadas a las alcantarillas y adolescentes asesinadas por negarse a tener relaciones sexuales demuestran el drama de los feminicidios en Argentina, un país en el que cada 30 horas muere una mujer por el sólo hecho de serlo.
El caso de Melina Romero, una joven de 17 años que terminó asesinada a golpes, reavivó el año pasado el debate sobre la violencia de género que permanece y que parece interminable pese al endurecimiento de las penas.
Gracias a la militancia de organizaciones sociales que denunciaron el incremento de los asesinatos de mujeres en manos de sus parejas o exparejas, el Congreso aprobó en 2012 reformas al Código Penal para agravar las sentencias por el delito de feminicidio, incluso con cadena perpetua.
La primera condena a la pena máxima la recibió en junio pasado Francisco Andrés Quiroga, un hombre de 52 años que mató y descuartizó a María Rita Valdez, de 23, con quien tenía dos hijos.
Días más tarde, Juan Marcelo Schiaffino también tuvo que escuchar un fallo a cadena perpetua en su contra por haber matado a golpes a su novia Jessica Ocampo, durante una visita que ella le hizo mientras él estaba en prisión por otros delitos.
Adrián Marcelo Vega, un guardia penitenciario, completa el trío de hombres condenados a pena perpetua, en su caso por haber matado a puñaladas a su esposa Andrea Viviana Ortiz, sin importarle que ella estuviera cursando el séptimo mes de embarazo de un hijo de ambos.
La violencia, sin embargo, no cesa.