Berlín.- Tras 17 horas de negociación, la reunión a cuatro bandas mantenida en Minsk entre la canciller federal de Alemania, Angela Merkel, el presidente francés Francois Hollande y sus homólogos ruso Vladimir Putin y ucraniano Victor Poroshenko terminó con un acuerdo de paz que entrará en vigor el 15 de febrero.
A partir de ese día cesarán los combates entre el ejército ucraniano y los rebeldes prorrusos y dos días después se procederá a la retirada de armas pesadas de la línea de confrontación, afirmó Putin.
El acuerdo de paz se recibió con satisfacción en Alemania. La canciller alemana habló de un “rayo de esperanza”, mientras que el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, también presente en Minsk, no ocultó que esperaba más de la cumbre.
“Hemos logrado plazos claros para la entrada en vigor de los acuerdos de Minsk, en relación a las elecciones, al control de fronteras y el intercambio de prisioneros, por citar sólo algunos, pero no se logró una solución integral”, dijo el ministro alemán.
A su entender, el encuentro a cuatro bandas “no es suficiente para algunos, nos hubiera gustado más, pero Minsk II puede ser un paso que nos aleje de la espiral de violencia que se produjo en semanas pasadas y nos lleve al impulso político”.
El acuerdo sellado por los cuatro líderes requiere la aplicación concreta del plan de paz de Minsk firmado en septiembre pasado. Este documento tiene, según el delegado de Rusia del gobierno federal alemán, el socialdemócrata Gernot Erler, un mayor peso político.
“Existe una autoridad diferente tras él, ya que está firmado por los cuatro mandatarios de Ucrania, Rusia, Francia y Alemania, aclaró Gernot Erler a la radio pública alemana.
Berlín ha tenido un peso fundamental en la solución de la crisis ucraniana. Desde que comenzó el conflicto, la canciller Merkel se convirtió en la principal intermediaria entre Moscú, Kiev y Estados Unidos.
A la mandataria le preocupaba no sólo la cercanía del conflicto, sino también el impacto que las sanciones impuestas a Rusia están causando en la economía alemana.
La semana pasada, junto con el presidente francés François Hollande, impulsó una ofensiva diplomática para poner fin al derramamiento de sangre en Ucrania, que ya se cobró la vida de más de cinco mil 300 personas.
En su reciente viaje a Estados Unidos, también buscó el apoyo de Barack Obama para llevar a cabo una solución pacífica del conflicto.
Merkel siempre fue partidaria de no suministrar armas a Kiev para evitar una nueva escalada de la violencia, una postura que no acababa de convencer en Estados Unidos.