Río de Janeiro.- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sufrió una importante derrota en la elección del presidente del Congreso y del Senado, dos políticos que la mandataria no apoyaba, lo que podría impactar en el ritmo de la aprobación de los proyectos del Gobierno.
El Parlamento brasileño eligió ayer por la noche al diputado Eduardo Cunha como presidente de la Cámara por 267 votos contra 136 para el otro candidato, Arlindo Chinaglia, miembro del Partido de los Trabajadores (PT), formación de Rousseff.
Cunha forma parte del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), una formación aliada del PT en el Gobierno, pero el propio Cunha declaró tras ser elegido que mantendrá “independencia” respecto al Ejecutivo.
Este nombramiento del líder del Congreso es percibido como una derrota para Rousseff, pues en Brasil el líder del Congreso decide el ritmo de las votaciones, lo que supone que puede retrasar o acelerar la aprobación de los proyectos del Gobierno.
En particular en momentos en que Brasil investiga el macrocaso de corrupción vinculado a la petrolera estatal Petrobras y la oposición anunció que quiere promover la apertura de una nueva comisión de investigación parlamentaria.
Por otro lado, el Senado eligió a Ronan Calheiros como presidente de esa cámara, no sin cierta polémica, pues la prensa le cita como sospechoso de estar implicado en el escándalo de corrupción de Petrobras.
Calheiros, que asume el cargo de presidente del Senado por cuarta vez, rechazó las acusaciones, pero la prensa brasileña especula con que pueda ser imputado por la Fiscalía en las próximas semanas por haber recibido dinero desviado de Petrobras.
La Operación “Lava Jato” (“Operación Limpieza”), considerada por el fiscal general de Brasil como el mayor caso de desvío de dinero de la historia del país, podría haber provocado el desvío de cientos o incluso miles de millones de dólares desde la estatal Petrobras para funcionarios, políticos y formaciones como el Partido de los Trabajadores de la presidenta Rousseff.