Ensenada, Chile.- Los trabajos de limpieza en la llamada “zona cero” del volcán chileno Calbuco, un área de 20 kilómetros en torno al macizo, son intensos y están a cargo, fundamentalmente, del personal del Ejército de Chile.
Tras la restricción emitida la víspera, cuando se prohibió a todas las personas acceder al perímetro de seguridad debido a las lluvias, este sábado la policía militarizada de Carabineros implementó un estricto control de acceso a los alrededores del volcán.
Carabineros colocó una barrera de control antes de llegar a Ensenada, la localidad más cercana al Calbuco, donde todas las personas interesadas en acceder a la “zona cero” deben comprobar que son residentes del lugar.
Con esta medida de control se evita el paso de curiosos y de ladrones interesados en saquear las casas y locales comerciales que se encuentran abandonados debido a la evacuación que se realizó del área tras la primera erupción del 22 de abril pasado.
En el punto de control, un policía anota la placa patente del vehículo y el número de ocupantes, tras lo cual entrega una hoja donde deben ser anotados los datos personales de cada persona, incluido un número de teléfono móvil de contacto.
Unos kilómetros más adelante de la valla de seguridad el panorama es desolador, ya que las extensas praderas verdes, características del sur chileno, fueron reemplazadas por hasta 40 centímetros de material volcánico.
Una costra de color plomo domina el paisaje en todas direcciones, a lo cual se suma la imponente presencia del Calbuco, este sábado cubierto de nubes en su cumbre, y de casas y locales comerciales destruidos por el peso del material volcánico en los techos.
La acumulación de arena y piedras es constante en los predios y a la orilla del camino, el cual quedó bloqueado en las primeras horas tras la gigantesca erupción y debió ser despejado por maquinaria de vialidad en tiempo récord para la evacuación y entrega de ayuda.
Un rol fundamental en las tareas de limpieza fue asumido por el Ejército, cuyos conscriptos y reservistas llegaron a la zona con palas y carretillas para limpiar caminos y, sobre todo, los cauces de aguas urbanos para evitar inundaciones.
Con una gran organización, conscriptos y reservistas bajan de sus camiones ataviados con máscaras en sus rostros para la polución, lentes para evitar daños en los ojos y palas y carretillas para despejar los caminos y los cursos de evacuación de agua.
Cuadra a cuadra, los jóvenes uniformados despejan el material volcánico y lo lanzan hacia la vereda, desde donde será recogido por camiones. Las casas, en tanto, fueron rodeadas por zanjas de dos metros para evitar los efectos de la humedad y las lluvias.
El capitán de Ejército Cristián Salinas aseveró que “bajo el estado de excepción de catástrofe hemos salido a apoyar a la gente y participar en su evacuación”, la cual fue ordenada después de la primera de tres erupciones por razones de seguridad.
“También hicimos labores como limpieza de techos y entrega de fardos para animales, además de útiles de aseo, pañales y agua para los evacuados” desde los alrededores del Calbuco, volcán distante mil kilómetros al sur de Santiago, comentó el oficial.
Las tareas de limpieza de las calles, alcantarillas y ductos de evacuación del agua y la lluvia tardará varios días más, por lo que el personal del Ejército desconoce hasta cuándo seguirán colaborando con la ciudadanía en la llamada “zona cero”.
El Calbuco hizo erupción el 22, 23 y 30 de abril pasado, lo que obligó a las autoridades a restringir el paso hacia el volcán y evacuar a todas las personas que viven en sus cercanías.