Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco denunció hoy un “clima de guerra” que se percibe a nivel mundial y es alimentado por quienes buscan “el enfrentamiento de civilizaciones” y especulan para vender armas.
En el sermón de una misa que celebró ante una multitud en el estadio Kosevo de Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, el pontífice aseguró que la paz “es el sueño de Dios” y el proyecto divino para la humanidad, la historia y la creación.
Hablando en italiano y con traducción simultánea en bosnio, lamentó que ese proyecto de convivencia encuentre “oposición por parte del hombre y por parte del maligno”.
“También en nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de tercera guerra mundial combatida por partes y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra”, lamentó.
“Hay quien este clima lo quiere crear y fomentar deliberadamente, en particular los que buscan la confrontación entre las distintas culturas y civilizaciones, y también cuantos especulan con las guerras para vender armas”, añadió.
El Papa llegó hasta el estadio a bordo del papamóvil, que lo trasladó por las calles de Sarajevo desde el Palacio Presidencial, donde –la mañana de este sábado- tuvo lugar la ceremonia de bienvenida y una audiencia privada con los integrantes de la presidencia.
Bajo un intenso sol celebró la misa y advirtió que la guerra significa niños, mujeres y ancianos en campos de refugiados; significa desplazamientos forzados; significa casas, calles, fábricas destruidas; significa, sobre todo, vidas truncadas.
“Vosotros lo sabéis bien, por haberlo experimentado precisamente aquí, cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor. Hoy, queridos hermanos y hermanas, se eleva una vez más desde esta ciudad el grito del pueblo de Dios y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad: ¡Nunca más la guerra!”, insistió.
Recordó que Jesús señaló como “bienaventurados” a los constructores de paz y subrayó que Cristo no habló de “predicadores” porque todos son capaces de proclamar la paz, “incluso de forma hipócrita o aun engañosa”.
“Hacer la paz es un trabajo artesanal: requiere pasión, paciencia, experiencia, tesón. Bienaventurados quienes siembran paz con sus acciones cotidianas, con actitudes y gestos de servicio, de fraternidad, de diálogo, de misericordia”, estableció.
Sostuvo que esos “serán llamados hijos de Dios”, porque Dios siembra paz, siempre y en todas partes; por eso hacer la paz es un trabajo que se realiza cada día, paso a paso, sin cansarse jamás.
Instó a un cambio de actitud, donde la persona o el pueblo que se ve como enemigo, en realidad tiene el mismo rostro de uno, su mismo corazón y su misma alma. Y llamó a no hacerse ilusiones pensando que construir la paz depende sólo de los hombres.
“Caeríamos en un moralismo ilusorio. La paz es don de Dios, no en sentido mágico, sino porque él, con su espíritu, puede imprimir estas actitudes en nuestros corazones y en nuestra carne, y hacer de nosotros verdaderos instrumentos de su paz”, ponderó.