El 60 por ciento de las mujeres en hogares con presencia de menores de 15 años no participa en el mercado laboral por atender responsabilidades familiares, y la cifra se ubica en 18 por ciento cuando no hay niños, de acuerdo con el documento La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La pandemia de covid-19 generó un mayor retroceso de casi 20 años en los niveles de participación laboral de las mujeres en la región, limitando su autonomía económica, subrayó José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario Ejecutivo de la Cepal.
Y los niveles de desempleo y la tasa de participación laboral de las mujeres no se explican únicamente por el debilitamiento del trabajo, sino por el principal obstáculo para la plena inserción de las mujeres en el mercado laboral a causa de la sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados.
Las mujeres de entre 20 y 59 años en hogares con presencia de niños o niñas menores de 5 años son quienes antes de la pandemia presentaban las menores tasas de ocupación y quienes, asimismo, registran los mayores descensos en los niveles de ocupación como consecuencia de la crisis.
La Cepal ha estimado que cerrar las brechas género de participación laboral podría incrementar el PIB en 6.9 puntos porcentuales entre 2016 y 2030 en la región.
El documento lanzado hoy también alerta sobre la gran asimetría en la carga total de trabajo de hombres y mujeres: las mujeres trabajan más horas pero menos de forma remunerada.
La carga total de trabajo (que incluye trabajo remunerado y no remunerado) de las mujeres es superior a la de los hombres en la población ocupada en todos los países y todos los grupos de edad, con diferencias que varían entre 2.4 y 20.8 horas semanales. Las mujeres dedican entre 6.3 y 29.5 horas más por semana que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados.
De acuerdo con cálculos de la Cepal , en la región las mujeres dedican un 19.6 por ciento de su tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, mientras que los hombres apenas un 7.3 por ciento, “las mujeres dedican a estas actividades casi el triple del tiempo que ellos”
Actualmente, 10 países de América Latina y el Caribe calculan el aporte monetario del trabajo no remunerado de los hogares. Algunas de las aproximaciones realizadas en la región cuantifican que este tipo de trabajo tiene un valor de entre un 15.9 por ciento y un 27.6 por ciento del PIB. En promedio, el 74 por ciento de este aporte lo realizan las mujeres, remarca el documento.
“La magnitud del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en relación con el PIB muestra la relevancia de este trabajo a nivel económico y esto se contradice con la poca valoración social que tiene y con el escaso uso que se le da a esta información para la toma de decisiones en términos de políticas económicas”, advirtió la publicación.
La escasez de tiempo de las mujeres impide, por ejemplo, mayores niveles de participación política: en 2021 las mujeres ocupaban el 33.6 por ciento de los escaños de los parlamentos nacionales en América Latina y el Caribe.
Se estima que, a este ritmo, tomará más de 40 años alcanzar la paridad en los parlamentos nacionales.
En los gobiernos locales, en tanto, solo el 24.9 por ciento de los lugares electivos están ocupados por mujeres.
Diseñar e implementar políticas de cuidados requiere acciones afirmativas en el ámbito de la fiscalidad, el empleo, las políticas productivas, económicas y sociales en el corto, mediano y largo plazo, se plantea en el documento.
Implica, entre otras cosas, garantizar los derechos de las personas que necesitan cuidados y de las personas que proveen cuidados; visibilizar los efectos multiplicadores de la economía del cuidado; implementar políticas que consideren el tiempo, los recursos, las prestaciones y servicios de calidad; eliminar la precarización de los empleos relacionados con el sector de los cuidados; y generar información y avanzar en la georreferenciación de datos sobre uso del tiempo, participación laboral de las mujeres y brechas de género.
“Cuando pensamos en la muy significativa elevación de la demanda de cuidados que se prevé por el envejecimiento de la población, es claro que las políticas fiscales en la región tendrán un reto muy importante en los próximos años, que es el de abrir el espacio fiscal para aportar los recursos adicionales necesarios para financiar la expansión de las redes de cuidado”, subrayó José Manuel Salazar-Xirinachs.
El máximo representante de la Cepal enfatizó que “estamos en un punto de inflexión como países y como región. Necesitamos actuar con sentido de urgencia y elevar el nivel de ambición y la escala en los esfuerzos de política. No es un momento para cambios graduales y tímidos, sino para políticas transformadoras y audaces que realmente muevan las agujas del desarrollo”.
(milenio.com)