Ginebra.- El desempleo seguirá al alza los próximos años, debido a que la economía mundial entró en un nuevo ciclo de crecimiento más lento, mayores desigualdades y conflictos sociales, advirtió un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El documento añadió que para 2019, más de 212 millones de personas carecerán de un empleo frente a los 201 millones a la fecha.
El informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo. Tendencias 2015 de la OIT fue dado a conocer en rueda de prensa en Ginebra por su director general Guy Ryder.
“Más de 61 millones de empleos se han perdido desde el comienzo de la crisis mundial en 2008 y nuestra previsiones muestran que el desempleo seguirá aumentando hasta finales de la década”, advirtió.
“Esto significa que la crisis del empleo dista mucho de haber terminado, de manera que no hay margen para la complacencia”, declaró.
La situación del empleo ha mejorado en Estados Unidos y Japón, pero es problemática en otras economías avanzadas, sobre todo en Europa.
Dos regiones, Asia meridional y África subsahariana, concentran tres cuartas partes del empleo vulnerable del mundo.
Asia oriental es una de las regiones que tiene mayores probabilidades de reducir más el empleo vulnerable, el cual debería pasar de 50.2 por ciento en 2007 a 38.9 por ciento en 2019 en la región.
Según la OIT la situación del empleo no ha mejorado mucho en África subsahariana, a pesar de los mejores resultados en el crecimiento económico.
Además, en la región árabe y en algunas zonas de América Latina y el Caribe las perspectivas de empleo se han deteriorado.
El pronunciado descenso en los precios del petróleo y del gas, si se mantiene, podría mejorar las perspectivas de empleo en muchas economías avanzadas y en diversas economías de Asia, según algunas previsiones del organismo.
Por el contrario, los mercados laborales en los principales países productores de petróleo y gas, sobre todo en América Latina, África y la región árabe, “se verán gravemente afectados”.
Los trabajadores jóvenes de 15 a 24 años son los más afectados por la crisis, con una tasa mundial de desempleo juvenil de casi 13 por ciento en 2014, y un incremento adicional previsto para los próximos años.
En cambio, a los trabajadores mayores les ha ido relativamente mejor desde el comienzo de la crisis financiera mundial en 2008.
A su vez, el informe refiere que en los países en desarrollo, las clases medias constituyen más de 34 por ciento de la totalidad del empleo.
Los mayores progresos fueron realizados en los países emergentes y de bajos ingresos.
“La buena noticia es que el número de trabajadores en empleos vulnerables y de trabajadores pobres disminuyó en todo el planeta”, dijo Ryder.
“Sin embargo, sigue siendo inaceptable que casi la mitad de los trabajadores del mundo no tenga acceso a los productos y servicios de primera necesidad y al trabajo decente”, agregó.
“La situación de las mujeres es aún peor”, subrayó el titular del organismo laboral de Naciones Unidas.
Según el informe, las crecientes y persistentes desigualdades y las inciertas perspectivas en lo que se refiere a las inversiones de las empresas, han hecho más difícil que los países se recuperen de la crisis.
“Si los bajos salarios llevan a las personas a consumir menos y las inversiones siguen siendo débiles, esto tiene evidentemente un impacto negativo en el crecimiento”, observó Ryder.
“En algunas economías avanzadas, la desigualdad de ingresos se está aproximando a los niveles registrados en algunas economías emergentes”, dijo.
Por el contrario, añadió, “las economías emergentes han logrado algunos progresos en la reducción de sus altos niveles de desigualdad”.
El informe indica que la desigualdad de ingresos seguirá ampliándose, con el 10 por ciento más rico de la población que devengará entre 30 y 40 por ciento del total de los ingresos, y el 10 por ciento más pobre ganará entre 2 y 7 por ciento del total de los ingresos.
Estas tendencias han minado la confianza en los gobiernos y mantienen alto el riesgo de conflictividad social, advierte el informe.
“El malestar social es particularmente grave en los países y regiones donde el desempleo juvenil es alto o está aumentando rápidamente”, subraya el informe.
En concordancia con la tasa de desempleo mundial, el malestar social se disparó desde el comienzo de la crisis en 2008, y en la actualidad sus niveles son casi 10 por ciento más altos que antes de la crisis.
Sólo las economías desarrolladas y los países de la región de Asia sudoriental y el Pacífico experimentaron una disminución de la conflictividad social, después de alcanzar su punto máximo antes o en el momento de la crisis mundial.
Pero aún allí, los niveles de malestar social se encuentran muy por encima de los valores históricos, refiere el documento.
Además, los factores estructurales que configuran el mundo del trabajo, tales como una disminución de la oferta de mano de obra – debido en parte al envejecimiento de la población en muchas partes del mundo – han debilitado el crecimiento económico mundial, dijo.
Entre otros factores se encuentran el cambio considerable en la demanda de competencias.
En el mundo, la proporción de empleos poco cualificados y no rutinarios, como personal de seguridad y algunos trabajadores ligados a cuidados personales, y empleos altamente cualificados y cognitivos no rutinarios como abogados e ingenieros informáticos, ha aumentado.
En cambio, los empleos rutinarios con un nivel de calificación media –como contables o personal de oficina– están disminuyendo.
“Las tendencias que observamos son preocupantes, pero es posible mejorar el panorama económico general”, abundó.
Sobre todo “si abordamos las debilidades subyacentes, en particular la carencia crónica de demanda agregada, el estancamiento de la zona euro, las perspectivas inciertas para las inversiones productivas –sobre todo entre pequeñas empresas– y las crecientes desigualdades”, apuntó Ryder.