Maxwell Alejandro Frost tiene apenas 25 años (enero de 1997) y es un fuerte contendiente para ingresar al Congreso estadunidense a través de las elecciones de este martes. Pertenece a la Generación Z que, hasta ahora, por la edad de sus jóvenes miembros, no ha accedido al Capitolio.
Él podría ser el primero y darle un nuevo aire y una visión muy distinta a la de los legisladores que le doblan la edad (en la Cámara de Representantes la edad promedio es poco más de 58 años).
Frost es un afro-cubano hispano demócrata que contiende por el distrito que abarca parte de Orlando y del condado de Orange, en Florida, y buscará imponerse a su rival republicano Calvin Wimbish, de 73 años.
Pese a ser Florida un estado de gran fuerza republicana (el gobernador Ron DeSantis muy probablemente se reelegirá con gran ventaja este 8 de noviembre), el distrito por el que disputa Frost es un bastión demócrata así que sus posibilidades de ganar son muy altas.
De hecho, el puesto de legislador lo dejó vacante Val Demings, también demócrata, para buscar la postulación al Senado al intentar vencer al poderoso republicano Marco Rubio.
Un demócrata de Florida
Este amante de la salsa, del mundo caribeño que su madre y su abuelas adoptivas le trasmitieron, busca el relevo generacional, incluso más allá de los otrora jóvenes Millennials: “Me postulo para el Congreso porque sé que no cambiará el sistema hasta que cambiemos nuestro liderazgo”.
Tampoco esconde sus orígenes de estrechez económica lejos de las élites políticas y, siempre que puede, deja patente el orgullo que siente por su madre y abuela que llegaron a Estados Unidos desde una Cuba cada vez más opresiva, a finales de los sesentas del siglo pasado.
De su madre biológica apenas sabe que lo dio en adopción y que, de acuerdo al diario Orlando Sentinel, estaba “atrapada en un ciclo de drogas, crimen y violencia”.
En plena campaña, el 15 de octubre, su abuela Zenaida Argibay, conocida como Yeya, falleció a los 97 años.
Por generación y convicción, Frost se planta como progresista: control de las armas de fuego, protección al medio ambiente y a la libertad de la mujer en sus derechos a exigir y decidir; fin de la estigmatización de la comunidad LGBT+ y del maltrato y falta de oportunidades a grupos que el racismo y la extrema derecha estadunidense busca limitar.
Frost es próximo a la Unión Estadunidense de Libertades Civiles (UCLA) y el movimiento March for Our Lives, con los que ha trabajado.
Entre Uber y el Capitolio
Se define como un estadunidense común que sufre a final de mes para lograr estirar el dinero. Sus ahorros se le fueron en la campaña en las primarias demócratas y en el actual proceso rumbo al Capitolio.
Ante la coyuntura que representa la crisis económica, tuvo que trabajar como chofer en Uber aunque el aumento de la gasolina lo ha golpeado en sus bolsillos.
Tiene compromisos con Estados Unidos y está consciente, asegura a la prensa anhelante de entrevistarlo, de los temas trascendentales que se imponen en el Congreso exigiendo voluntad y madurez sin importar la edad que se tenga.
Pero también, no puede eludir que tiene 25 años y vive los problemas que se enfrentan a esa edad y en una generación como la Z y en pleno siglo XXI.
Por eso, escribe Fortune: “el éxito también significa ganar las elecciones. Frost ya ha hecho planes para su vida en (Washington) DC y eso incluye ser estudiante y congresista.
“El primer paso es ser un muy buen miembro del Congreso”, dice Frost a la revista. “Entonces quiero encontrar formas en las que pueda, poco a poco, terminar mi carrera”.
(milenio.com)