El presidente, Reuvén Rivlin, recibió en su residencia este lunes (14.06.2021) a los miembros del Ejecutivo, encabezado por el ultranacionalista Naftali Bennett, para una tradicional foto de grupo con los 27 ministros del nuevo Gabinete – que incluye nueve mujeres-, en una jornada en la que los ministros salientes entregaron las carteras a sus sucesores.
Bennett ocupará la jefatura del gobierno los dos primeros años para cederla después a su socio de coalición, el centrista laico Yair Lapid, quien hasta entonces asumirá la cartera de Exteriores.
El nuevo Ejecutivo – el trigésimo sexto de la historia de Israel desde la creación del Estado en 1948 – está formado por una diversa coalición de ocho partidos de casi todo el espectro político, unidos por su meta común de derrocar a Netanyahu.
Netanyahu: “con la cabeza alta”
El jefe de Gobierno saliente se reunirá también hoy con Bennett para transferirle el poder pero, a diferencia de la tradición usual, no habrá ceremonia y el encuentro no será en la residencia oficial del primer ministro en Jerusalén, que Netanyahu ahora debe vaciar.
El que ha sido el primer ministro más longevo de la historia de Israel, con 15 años acumulados en el cargo, y doce de ellos seguidos (1996-1999 y 2009-2021), pasa a la bancada de la oposición, desde donde aseguró que hará todo lo posible para tumbar al nuevo Gobierno y retornar al poder.
“Si estamos destinados a estar en la oposición lo haremos con la cabeza alta hasta que depongamos a este peligroso Gobierno”, declaró Netanyahu, quien remarcó que un millón de personas votó a su partido Likud en los comicios de marzo -donde quedó primera fuerza con 30 escaños- para que se creara un Gobierno derechista, por lo que acusó a Benet de traición al unirse a una coalición con partidos de izquierda y árabes.
Benet, que en las pasadas elecciones obtuvo siete escaños con su formación ultranacionalista religiosa Yamina -de la que uno de ellos se desmarcó al negarse a pactar con la izquierda o el islamista Raam- pasa también a ser el primer jefe de Gobierno de la historia del país que consigue hacerse con el poder con una representación tan reducida.
Sin entusiasmo palestino
El nuevo primer ministro, Bennett, es una figura de la extrema derecha, un nacionalista religioso cuyos seguidores incluyen a los polémicos colonos. Aún así, el primer ministro palestino, Mohamed Shtayyeh, afirmó este lunes, antes de la reunión semanal del Gobierno en Ramala, en Cisjordania ocupada, que la salida de Netanyahu del poder en Israel marca “el fin de uno de los peores periodos del conflicto” israelo-palestino.
Sin embargo, el Ministerio de Exteriores de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) aseguró la víspera que no cree que las políticas en relación a los palestinos o la ocupación de los territorios cambien mucho. Por su parte, el grupo islamista Hamás, que se enfrentó este mayo a Israel en la peor escalada bélica desde 2014, auguró que seguirá actuando con “todos los medios y formas de resistencia”, incluida la “armada”.
Celebración en Tel Aviv
Anoche, como sea, en la Plaza Rabin de Tel Aviv, donde manifestantes han clamado desde hace más de un año por la salida de Netanyahu, la música se escuchaba a todo volumen. En el mismo lugar donde fue asesinado el exprimer ministro laborista Yitzhak Rabin en 1995, a manos de un extremista judío, un cañón lanzaba espuma a la multitud, que festejaba bajo un mar de banderas de Israel. “Bibi, a casa”, arengaba un hombre desde el podio.
En la liberal Tel Aviv, el fin de la era Netanyahu se considera como un momento histórico, declaraba a la agencia AFP Chen Nevo, quien trabaja en el sector del marketing. “Estoy un poco conmocionada porque esperamos por este momento tanto tiempo”, comentó la mujer de 49 años, quien llegó a la plaza con sus hijos pequeños pese a la hora avanzada.
“No sé si el Gobierno va a durar, pero es un cambio y necesitábamos un cambio”, dice mientras en el fondo suena una rendición en hebreo de “Imagine”, de John Lennon.
Rubi Sofer, de 48 años, su esposa y sus dos hijas llevaban camisetas negras con las cuatro letras que simbolizan el movimiento de protestas contra Netanyahu y se ha convertido en una presencia de la vida israelí cada sábado del último año bajo el lema de “¡Lárgate!”.
“No queremos a Bibi para nada”, comentó Sofer, que ha participado en las protestas de cada fin de semana los últimos 10 meses. Y aunque reconoció que Bennett no es el sustituto de sus sueños, este trabajador de la construcción aseguró que “la sociedad israelí necesita una cura”, y que “para ganar una pelea, hay que perder pequeñas batallas”.
(dw.com)