Santa Cruz de la Sierra.- “Necesitamos un cambio, este sistema no se aguanta más”, clamó hoy el Papa ante movimientos populares del mundo, en un intenso discurso en el cual denunció el poder del “dios dinero” y exigió poner la economía al servicio de los pueblos.
Ante más de mil 500 líderes sociales, congregados en el auditorio ExpoFeria de Santa cruz de la Sierra, Francisco urgió a reconocer sin miedo que el mundo necesita una transformación porque los campesinos no tienen tierra, las familias carecen de techo, los trabajadores viven sin derechos y la violencia fratricida se adueña de los barrios.
Urgió a modificar un sistema que impuso la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción del ambiente.
“Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos no a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la madre Tierra. Ese sistema atenta contra el proyecto de Jesús”, exclamó.
Según el líder católico, gracias a este sistema económico reina la insatisfacción y la “tristeza individualista que esclaviza”, mientras se producen daños tal vez irreversibles en el ecosistema, castigando a la tierra, a los pueblos y las personas “de un modo casi salvaje”.
Advirtió que cuando el capital se convierte en ídolo y la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y pone en riesgo el medio ambiente.
“Digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos y tampoco lo aguanta la Tierra”, señaló.
“La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia”, agregó.
En el encuentro participó el presidente boliviano Evo Morales, que precedió al Papa con un discurso de media hora en el cual recordó su incursión en la política, criticó la “invasión europea de 1492” y reivindicó su lucha contra la derecha y el neoliberalismo.
Entre los líderes sociales estaban representantes de cartoneros de Argentina, pepenadores de Colombia, sin tierra de Brasil, desocupados y precarios, cooperativas agrícolas y organizaciones de diversos pueblos indígenas.
Francisco preparó un discurso largo, que leyó casi completamente. Cada tanto interrumpía su lectura con bromas de ocasión que despertaron la simpatía del público, que lo aplaudió.
En su mensaje aseguró que, ante ese sistema injusto e inequitativo, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos pueden hacer mucho.
“Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de ‘las tres T’ (trabajo, techo, tierra) y en su participación “¡No se achiquen!”, animó.
Les instó a no quedarse en reivindicar sólo sus legítimos derechos y convertirse en una verdadera alternativa humana a la globalización excluyente porque aseguró que los considera “sembradores del cambio” y “poetas sociales”.
Indicó tres tareas fundamentales para concretar el cambio. Como primer objetivo solicitó poner la economía al servicio de los pueblos.
La segunda tarea que encomendó a los movimientos populares fue la de “unir a los pueblos en el camino de la paz y la justicia”.
Precisó que la tercera tarea, y tal vez la más importante, de los movimientos es defender a la madre tierra. Lamentó que la “casa común” de toda la humanidad esté siendo “saqueada, devastada y vejada impunemente”.
“La cobardía en su defensa es un grave pecado. Vemos con decepción creciente como se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante. Existe un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar que no se está cumpliendo”, ponderó.
“No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no universales– se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen destruyendo la creación. Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizare, a exigir –pacífica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas”, sentenció.