Un atentado suicida en un centro de formación para estudiantes en Kabul, dejó al menos 20 personas muertas, en un barrio donde vive la minoría hazara, escenario de algunos de los ataques más mortíferos en Afganistán en estos últimos años.
“Los estudiantes se estaban preparando para un exámen cuando un atacante suicida se hizo estallar en el centro educativo. Desgraciadamente, 20 personas murieron y otras 27 resultaron heridas”, dijo Khalid Zadran, vocero de la policía.
Este establecimiento prepara a estudiantes, de 18 años o más, a sus exámenes de acceso a la universidad.
Videos colgados en redes sociales y las fotografías publicadas por medios locales muestran víctimas ensangrentadas que eran llevadas lejos del lugar.
La mayoría de las víctimas trasladadas a los hospitales eran mujeres, constató un periodista.
Fueron desplegados equipos de seguridad en el lugar, mientras las familias acudían a los hospitales para buscar a sus allegados.
En al menos un hospital, los talibanes obligaron a las familias a abandonar el lugar, por temor a un nuevo ataque contra la multitud.
En las entradas de los establecimientos, se colgaron listas con los fallecidos y los heridos.
Objetivos civiles
“No la encontramos aquí”, dijo muy nerviosa una mujer, que buscaba a su hermana en uno de los centros. “Tenía 19 años”. “La estamos llamando pero no contesta”, explicó desesperada.
“Atacar objetivos civiles demuestra la crueldad inhumana del enemigo y la falta de estándares morales”, dijo el portavoz del Ministerio de Interior, Nafy Takor, en Twitter.
El regreso al poder de los talibanes a Afganistán puso fin a dos décadas de guerra en el país y provocó una notable reducción de la violencia, aunque los retos de seguridad siguen acechando al movimiento islamista.
Los chiitas hazaras arrastran décadas de persecución, también de los talibanes, acusados de atrocidades contra esta etnia en su primer periodo en el poder (1996-2001).
Ahora, los hazaras también son blanco recurrente de los ataques del principal enemigo talibán, el grupo islamista Estado Islámico (EI).
Ambos movimientos fundamentalistas los consideran herejes.
Este barrio del oeste de Kabul ha sido escenario de numerosos ataques, muchos contra niños, mujeres y escuelas.
En abril, dos explosiones en centros educativos de la zona mataron a seis personas e hirieron a 20.
El año pasado, antes de que los talibanes llegaran al poder, al menos 85 personas murieron, la mayoría chicas estudiantes, y unas 300 resultaron heridas por tres bombas que estallaron cerca de su escuela en Dasht-e-Barchi.
Ningún grupo reivindicó el ataque, pero un año antes el EI había asumido un ataque suicida en un establecimiento escolar de la zona que mató a 24 personas.
Ineptitud y fracaso total de los talibanes
En mayo de 2020 también se responsabilizó al grupo por un ataque armado contra el departamento de maternidad de un hospital del barrio que mató a 25 personas, incluidas madres que acababan de dar a luz.
La educación es una cuestión muy sensible en Afganistán. Los talibanes no permiten la apertura de los colegios secundarios para chicas, mientras que el EI se opone a cualquier formación para niñas y mujeres.
El atentado es “un recordatorio vergonzoso de la ineptitud y fracaso total de los talibanes” para proteger a la población afgana, señaló Amnistía Internacional.
“Se deben tomar medidas urgentes para garantizar la seguridad” de los habitantes, “en particular los miembros de las comunidades minoritarias”, insistió la ONG.
“El ataque a la educación de los hazaras y los chiítas debe cesar. Es necesario detener los ataques contra el futuro de Afganistán y los crímenes internacionales”, tuiteó el relator especial de la ONU sobre Afganistán, Richard Bennett.
“Una vez más, los terroristas atacan a civiles inocentes”, tuiteó por su parte la Unión Europea condenando “otro crimen atroz”.
(milenio.com)