Berlín.- Cracovia es la ciudad polaca más cercana al peor campo de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial, es además la ciudad donde Carol Wojtyla fue Arzobispo antes de llegar a ser el Papa Juan Pablo II y hoy es también una ciudad universitaria.
La Plaza principal de la ciudad, que data de la época medieval, ha mantenido a través de los siglos su carácter de punto de encuentro y centro pulsante de la vida citadina.
Cracovia fue capital de Polonia y ahora se la llama “la capital secreta” del país, porque su belleza y joyas arquitectónicas superan las de Varsovia, la capital oficial.
La plaza está presidida por la Catedral y en medio de ella se alza la joya arquitectónica llamada Tuchhallen, un edificio con portales en forma de arcos y que alberga en su interior muchas pequeñas tiendas de objetos típicos para souvenirs, platería –ya que es un país minero- y los tradicionales cafés.
El edificio Tuchhallen se quemó casi por completo en 1555 y fue reconstruido en 1875.
La vicepresidenta de la ciudad, Magdalena Sroka, declaró en rueda de prensa con participación de Notimex, que Cracovia tiene hoy 760 mil habitantes y en las poblaciones de los alrededores viven ocho millones que tienen trabajo o actividades en esa ciudad.
Cracovia es en la actualidad un polo de inversiones para Tecnología y Ciencias Biológicas, el segundo mayor mercado de bienes raíces y sede del Centro Nacional de Ciencia y de la Comunidad para Innovaciones. Cuenta con 18 Universidades y casas de estudios superiores.
Muy cerca de la Plaza Principal se alza el Palacio Arzobispal, que estuvo dirigido en 1964 cuando Karol Wojtyla –quien posteriormente sería el Papa Juan Pablo II- fue el Arzobispo de Cracovia.
Juan Pablo II nació en 1920 en la pequeña ciudad polaca de Wadowice. En 1938 se trasladó a Cracovia para estudiar Filología en la Universidad Jagiellonen. En 1942 empezó el estudio de Teología, que en esa época estaba prohibido. Se convirtió en Obispo en 1958, Arzobispo en 1964 y Cardenal en 1967.
Después de haber sido elegido Papa en 1978 mantuvo una estrecha relación con Cracovia y la ciudad mantiene presente su recuerdo. En la fachada del Palacio Arzobispal hay un gran cuadro de Juan Pablo II sobre el marco de la entrada y se ven fotos de él en vidrieras de comercios.
El Papa Juan Pablo II vivió en el Palacio Arzobispal de 1964 a 1978 en su calidad de Arzobispo de Cracovia. En el patio interior hay una estatua que lo representa.
Fue en la plaza frente al Palacio Arzobispal donde miles se reunieron con velas para orar por Juan Pablo II, en los días previos al 2 de abril de 2005, fecha de su muerte. Esas imágenes dieron la vuelta al mundo.
En la actualidad, la vitalidad y la efervescencia de Cracovia dista mucho de su dolorosa experiencia durante la invasión nazi en 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Los judíos de la ciudad fueron aislados por los nazis en el Ghetto de Cracovia, donde había 20 mil seres humanos que eran usados como esclavos.
Los nazis construyeron a una hora de Cracovia el mayor complejo de campos de concentración, conocido como Auschwitz y Auschwitz-Birkenau, en donde cientos de miles de judíos y polacos, opositores fueron asesinados en las cámaras de gas o ejecutados a balazos.
El ataque final de los nazis a Cracovia empezó en 1943. Destruyeron muchas de las joyas de arte en el Palacio Wawel, el que preside la ciudad desde una colina. La mitad de sus habitantes polacos perdió la vida y su población judía fue prácticamente exterminada.
El horror de Auschwitz terminó el 27 de enero de 1945, cuando el Ejército Rojo de la Unión Soviética lo liberó y ocupó suelo polaco, de donde la presencia soviética no se movería en décadas.
Empezó entonces la segunda ocupación de Polonia en el siglo XX. La Unión Soviética convirtió al país en uno de sus satélites en el Oriente de Europa.
Pero la Cracovia actual consiguió alejarse del aura oscura y densa que rodea a Auschwitz y al término de la dominación soviética en el Oriente de Europa cobró el dinamismo y la pujanza que hoy la caracterizan.