Beijing.- Al menos 28 personas murieron, entre ellos militantes islámicos, después de que separatistas uigures atacaron a la policía con cuchillos y bombas en un puesto de control de tráfico en la región de Xinjiang, en el extremo oeste de China.
De acuerdo con la emisora Radio Free Asia, el ataque ocurrió el lunes pasado en un barrio de la ciudad meridional de Kashgar, donde las tensiones entre los uigures musulmanes y la etnia Han, que son mayoría en China, han protagonizado varios enfrentamientos.
Los rebeldes mataron a varios policías después de que un automóvil, conducido por uno de ellos, pasó por el control a gran velocidad con la intención de distraer a los oficiales en el distrito de Tahtakoruk, señaló Turghun Memet, un agente de una estación cercana.
“Otros dos sospechosos luego salieron del coche, usando cuchillos que utilizaron para atacar a los oficiales y matar a dos agentes que habían venido a rescatar a sus compañeros”, precisó Memet.
Los agentes de tráfico, que no portaban armas, pidieron refuerzos pero cuando llegaron, según Memet, tres sospechosos más habían llegado al lugar con una moto y atacado el control con explosivos, matando a tres agentes e hiriendo a otros cuatro.
Policías armados respondieron al ataque y mataron a 15 sospechosos “designados como terroristas”, puntualizó el oficial Memet.
Sin embargo, un policía de una comisaría de Kasghar confirmó el ataque, pero no precisó el número de fallecidos, pero sostuvo que hasta 28 personas murieron, entre ellos tres policías y seis rebeldes, y el resto serían civiles que se encontraban cerca del lugar.
Un vendedor de comida que trabaja cerca de donde ocurrió el ataque señaló que vio a la gente corriendo por sus vidas en todas las direcciones cuando la policía disparó, incluyendo una gran cantidad de mujeres que lloraban y gritaban.
El ataque se produce cuando ha comenzado el mes sagrado de los musulmanes, el Ramadán, y la región de Xinjiang atraviesa un momento delicado tras el aumento de los ataques de los rebeldes islamistas y la prohibición que impuso Beijing para no celebrar el tradicional ayuno.
Grupos uigures exiliados y activistas de derechos humanos sostienen que las políticas represivas del gobierno de Xinjiang, incluidos los controles sobre el Islam y sobre la cultura uigur, han sido la raíz de los disturbios, una afirmación que niega Beijing.