Lo único que está logrando la dirigencia nacional del PAN es la unificación de Santiago Creel Miranda con Josefina Vázquez Mota para enfrentar a Ernesto Cordero.
Al cierre de este espacio el Comité Nacional del PAN discutía con los representantes de los tres precandidatos la posibilidad de llevar a cabo la famosa “consulta o votación indicativa’’, que según la dirigencia panista no es vinculatoria.
Y aunque se diga que dicha consulta no tiene por objeto descarrilar a ninguno de los tres, lo cierto es que al reducir el universo de posibles votantes solo a los militantes –poco más de 340,000- y dejar fuera a los adherentes, se configura un escenario altamente maleable a favor de la corriente mayoritaria.
¿Y quién domina esa corriente? Adivinó, el grupo calderonista.
Creel se encuentra en el centro de la disputa porque él considera que la consulta lo tiene como objetivo principal; no le han pedido que se baje de la contienda, al menos oficialmente, pero ubicarlo en el tercer lugar de las preferencias exclusivas de los panistas tiene por objeto debilitar su candidatura.
Pero mientras en el CEN panista discutían la conveniencia o no de llevar a cabo la consulta, los equipos de Creel y Josefina diseñan un escenario en el que quien tuviera el menor porcentaje de votación se sumara al de mayor aceptación, para hacer un frente común contra Cordero.
El planteamiento ya se había formulado cuando los precandidatos del PAN era siete, pero la depuración de la lista alentó las aspiraciones de Creel, quien, efectivamente, ha realizado un trabajo de calle en los últimos seis años que le permitió construir una estructura de apoyo nada despreciable.
Si se baja o lo bajan y si llega a la votación el 5 de febrero y ve condiciones que le impidan ser el candidato, invariablemente Creel se sumará a Vázquez Mota.
En Chilpancigo, la sociedad se organiza para realizar hoy una marcha a favor del gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, no tanto porque aprueben con locura las decisiones del aliancista sino porque ya no aguantan, literalmente, a los “estudiantes’’ de la Normal Rural de Ayotzinapa.
Los habitantes de la capital de estado alucinan literalmente a los normalistas desde hace varias décadas por sus métodos violentos de lucha.
Por eso, y nada más por eso, están dispuestos a ponerse del lado del gobernador y más cuando en el aire flota la posibilidad de eternizar el conflicto, como ocurrió en Oaxaca en el 2006.
A pesar de las voces que piden la desaparición del Instituto Nacional de Migración, éste no desaparecerá, por el contrario, entre los planes del gobierno federal están su fortalecimiento.
Evidentemente que dentro del INM se han detectado casos de corrupción, pero el desconocimiento de los alcances legales que tiene dicho Instituto es usado para denostar su labor y a los funcionarios que en él trabajan.
Desde Gobernación fue enviado el mensaje a sus detractores: no va a desaparecer.