Literalmente, al PRD se le estaba cayendo la escenografía durante la celebración de su XXII Aniversario.
Pero más allá de la anécdota –se cayó una manta monumental detrás de los oradores y al templete del presídium “le temblaron las patas-, lo que debió haber sido una conmemoración por todo lo alto se redujo a tres discursos sin sustancia.
Y mucho menos autocrítica.
Lo que hubo ayer en el Monumento a la Revolución fue una especie de aquelarre de todas las corrientes con el que se pretendió enviar un falso mensaje de unidad.
No lo hay, como fue evidente en los discursos de Jesús Zambrano y Dolores Padierna, que hicieron un llamado a llegar con un candidato de unidad a la elección presidencial del 2012.
Marcelo Ebrard, a quien muchos ven como el líder del ala moderada del PRD, pidió que este mes se definan las reglas para la elección del candidato “de las izquierdas’’ queden definidas este mes, que haya dos debates y que en noviembre se realice la encuesta para la elección del candidato presidencial.
A diferencia de esta celebración, en las anteriores el PRD había reiterado la defensa de los principios de la izquierda; pero ayer estos principios quedaron en el aire, descafeinados, sin sustancia.
Quizá la frase que resume la celebración fue pronunciada por un perredista traído desde Guerrero: “tamos muy bocabajeados; hay funerales más alegres’’.
Y sí.
No hay duda que el mensaje del presidente Felipe Calderón, el miércoles por la noche, fue una respuesta a la demanda ciudadana que exige replantear la estrategia de lucha contra el narco.
Al Presidente le asiste la razón; en tanto no haya otra estrategia –y nadie, ni los más acérrimos críticos han planteado alguna que se pueda aplicar, que no sea la legalización de las drogas o la negociación/claudicación con el narco-, solo queda echar mano de lo que se tiene.
Quizá el desmantelamiento del aparato de inteligencia del Estado, en el sexenio foxista, constituye una desventaja en la lucha contra la delincuencia organizada.
Habrá que recomponerlo, sin duda, pero eso lleva su tiempo.
Por lo pronto, habrá que reconocer que, efectivamente, “todos estamos hasta la madre’’ y que si bien la crítica al gobierno por su insuficiencia en la garantía de seguridad para los mexicanos, las marchas, son una catarsis, los que matan, mutilan, transgreden, son los delincuentes.
Eso de que los priístas piden un periodo extraordinario para la aprobación de leyes que dejaron en el congelador, como la laboral y la política, suena a burla.
Lo cierto es que los grupos que existen al interior de la bancada tricolor se rebelaron y rebasaron el mando de Francisco Rojas y de Jorge Carlos Ramírez Marín, a quien un grupo importante de legisladores ven de reojo por, dicen, su sospechosa cercanía con el presidente Felipe Calderón.
¿Será que Ramírez Marín cree necesario el apoyo del Ejecutivo para ser gobernador de Yucatán?