>Las seis líneas estratégicas en los que resumió su política de seguridad el presidente Enrique Peña Nieto se pueden sintetizar en una frase: ordenar el desorden.
Por más que la administración de Felipe Calderón se esmeró en clarificar el diseño de su política de combate a la delincuencia organizada, parece que lo que encontraron los priistas fue un tiradero, a juzgar por la duras críticas que hizo el secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong.
No solo cuestionó los resultados si la estrategia en sí, que lejos de reducir con los índices de violencia disparó casi al 100% los delitos de alto impacto social como el homicidio y el secuestro.
Por eso, los puntos estratégicos de Peña en este renglón tienen como objetivo primordial, poner orden y después desarrollar su política de combate a la delincuencia organizada.
Los resultados de la estrategia de Peña ni serán mágicos ni de corto plazo.
Por ejemplo, la Gendarmería Nacional, que constará de 10,000 elementos, comenzará a funcionar por ahí de finales del 2013, en tanto se crea la infraestructura para albergar a los mandos y se reclutan a los militares que la conformarán y a los civiles que concursarán por una plaza.
Además, reordenar a la Policía Federal y reasignar en algunos estados a las fuerzas militares que hacen labores de policía, no será tarea de un día ni de un mes; será un trabajo de largo aliento.
Eso sin contar el tiempo que tarden los gobernadores en ponerse de acuerdo entre ellos y luego con la Federación.
Así que no espere milagros.
>El ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, se lanzado en una cruzada en contra del expresidente Felipe Calderón a quien responsabiliza no de la muerte de 100,000 mexicanos, que de suyo es grave, sino de su personal quiebra política y, desde luego, de la muerte de su primogénito.
Moreira es un tipo lúcido; no por nada llegó a la gubernatura de Coahuila y después a la presidencia nacional del PRI.
Pero sus desgracias políticas y personales parece que le han nublado el entendimiento y se lanzó tras Calderón.
Lo paradójico del caso es que la demanda de Moreira en La Haya, por crímenes contra la humanidad, servirá para que los enemigos del panista se sumen a la causa y, lo que ahora parece simplemente una jugada política en busca de venganza, podría representar un problema legal serio para el exmandatario si las organizaciones que buscan a desaparecidos o muertos, se suben a ese tren.
Por ello cobra vital importancia el hecho de que el gobierno de Estados Unidos, a petición del mexicano, le haya concedido inmunidad diplomática al ex presidente Erensto Zedillo a quien se acusaba del mismo delito por la matanza de indígenas chiapanecos.
O sea, favor con favor se paga. ¿O no?