¿Alguien sabe bien a bien cuáles son los importantes acuerdos que ha firmado o firmará el presidente Enrique Peña en Francia? ¿No?
¿Alguien ha visto, en cambio, el video en el que se exhibe otro desencuentro entre Peña y su esposa, Angélica Rivera, justo antes de iniciar el desfile militar por la Toma de la Bastilla? ¿Todos?
Cuando Vicente Fox y Marta Sahagún andaban en calidad de novios paseando por el mundo –a costa del erario-, se criticó duramente que el jefe del Ejecutivo banalizara no solo el cargo sino el ejercicio de gobierno anteponiendo su interés amoroso.
Todavía se recuerda la foto del beso frente a la Basílica de San Pedro en el Vaticano entre Fox y Martha, justo cuando Juan Pablo II se negó a recibir a ambos como pareja; Sahagún al final sí fue recibida por el Papa, pero en privado.
Lo que ocurre con Peña y Rivera debía quedarse solamente en el ámbito particular; muy su vida.
Pero sucede que las evidencias de sus desavenencias han sido públicas y se han convertido en tendencia en las redes sociales.
La primera, hace unas semanas, durante la visita de los Reyes de España al museo del Virreinato en Zacatecas y la más reciente el martes pasado en París.
La pareja presidencial no ha tenido el cuidado de dejar en su alcoba sus problemas y los ha socializado.
El tema parece banal pero no lo es porque se trata de quienes representan al Estado mexicano, a su población, su territorio y su gobierno.
Si Peña de por sí ha debido tragar gordo en su visita a Francia a partir de la evasión del Chapo Guzmán, los cada vez más notorios desencuentros con su esposa le agregan una carga negativa que no pueden ni deben obviar los medios de comunicación.
El presidente mexicano enfrenta una crisis de gobernabilidad; la ciudadanía está escéptica a cualquier informe y promesa de la autoridad.
Las reformas estructurales que tanto presumió y que vendió en el extranjero como la panacea -¿recuerda esa portada de la reviste Time que lo puso como el salvador de México?-, sobre todo la educativa y la energética, hacen agua.
Ayer, con dificultad, la Comisión Nacional de Hidrocarburos asignó solo dos de las 14 zonas petroleras correspondientes a la Ronda Uno; un fracaso.
Con este escenario, parece que se acabaron dos lunas de miel: la de la pareja presidencial y la del gobierno con sus reformas.
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Mal la pasó Juan Carlos Zepeda, comisionado presidente de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) tratando de explicar que el hecho de que sólo fueran asignadas dos de las 14 zonas petroleras de la Ronda Uno no puede considerarse un fracaso.
Si la Secretaría de Energía consideraba como mínimo que se colocara el 30% de las 14 zonas y se colocó menos de la mitad de ese porcentaje (14.3%), ¿se le puede llamar fracaso o pura mala suerte?
A lo mejor mal timing porque la licitación ocurre cuando el escenario del mercado mundial del petróleo está por los suelos.
¿Quién querría invertir miles de millones de dólares en un mercado saturado y con precios constantemente a la baja?
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El jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera anunciará hoy los primeros cambios en su gabinete, apresurado por las filtraciones surgidas en el sindicato de trabajadores del Metro.
Si es cierto, Joel Ortega dejará el cargo y será sustituido por Jorge Gaviño.
Pero se esperan al menos dos cambios más, en la Secretaría de Movilidad y en la de Desarrollo Social.
El relevo en la Secretaría General de Gobierno, hasta ayer, se mantenía en veremos.
Hoy, quién sabe.