El rechazo de los productores agrícolas del país a la firma de tratados comerciales con Brasil y Perú está cobrando dimensiones impensadas hace unos meses.
Los productores se reunieron ayer con senadores y diputados y lograron el compromiso de presidente de la Cámara Alta, Manlio Fabio Beltrones, de oponerse a cualquier acuerdo comercial si antes no se escucha a los legisladores y los sectores involucrados.
Uno de los sectores que ofrecieron más argumentos en contra de los acuerdos con Brasil y Perú, fue el azucarero.
De manera unánime, este sector representado por Juan Cortina Gallardo, presidente dela Cámara Nacional de la Industria Azucarera, rechazó incluir en cualquier tipo de acuerdo comercial con Brasil y Perú a todos los productos y subproductos de la agroindustria azucarera ya que una negociación de esta índole pondría en riesgo la competitividad alcanzada en los últimos años.
Igualmente pondría en riesgo las exportaciones de azúcar mexicana hacia el mercado estadounidense que en el último año ascendieron a un millón de toneladas y al que se ha logrado un acceso preferencial mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Un TLC agrícola con Brasil desplazaría el azúcar mexicana en el mercado de América del Norte; asimismo, una negociación con Perú –deficitario en producción de endulzante– abriría la puerta a la triangulación de azúcar brasileña a través de México.
Si Bruno Ferrari no quiere cosechar tempestades, bien haría en escuchar las voces que le llaman a la prudencia.
Ya ve luego como nos va.
Dicen que sobre aviso no hay engaño.
Así que prepárese hoy para otro sainete de Gerardo Fernández Noroña, quien ayer advirtió en su cuenta de Twitter que subiría la tribuna otra manta “que no lo resistirá el PAN’’.
Puede ser una provocación, desde luego, pero lo cierto es que Fernández Noroña se comporta como porro con fuero porque simple y sencillamente no existe en el reglamento interno vigente una sanción del tamaño del agravio al Congreso, ya no se diga a la ciudadanía.
Las sanciones en el reglamento vigente son el descuento de un día –si, un día- de salario o una amonestación pública, que equivale a nada.
Ese espacio de impunidad, que no inmunidad, que concede el fuero, permite la realización de hechos como los vistos el jueves y martes pasados, sin haya fuerza ni disposición para sancionarlos.
No hubo, como se anunció ayer, una sanción para Fernández Noroña y sus comparsas; ni el priísta Jorge Carlos Ramírez Marín ni la precandidata presidencial panista Josefina Vázquez Mota, que presiden los órganos de gobierno de la Cámara de Diputados, pudieron encontrar un mecanismo legal para controlar los arranques esquizofrénicos de los “representantes del pueblo’’.
Uff.
El presidente del IFE, Leonardo Valdés, ya dijo que no regresará el dinero que con tantos esfuerzos ahorraron los austeros consejeros.
Y que como el IFE es del pueblo, pues la lana –el cochinito pues-, es del pueblo.
Y para el pueblo, lo que es del pueblo.
¿Le suena a consigna política?
Aguas.