No será, desde luego, una ruptura total ni definitiva, pero es cuestión de semanas para que los caminos políticos de Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador se bifurquen.
El siempre cuidadoso Ebrard, que se había cuidado de no ofender a López Obrador ni con una gráfica de una encuesta, dijo a la cadena estadounidense CNN que él sería el candidato presidencial de la izquierda “si hoy se hicieran las encuestas’’.
Ebrard explica que, los datos objetivos de su ventaja sobre López Obrador son la diferencia en el tipo de liderazgo y en ideas; cómo lo ve el electorado y sus posibilidades de crecer y atender las necesidades del país.
Y aunque reconoció que su principal rival en la carrera presidencial es el tabasqueño, afirmó que él tiene la ventaja.
“Si hubiese hoy una encuesta contundente respecto a quién debe representar a la izquierda, y el ganador resulta ser Andrés Manuel, pues adelante, todos lo apoyaríamos, pero no hay tal”, dijo textualmente el jefe de gobierno de la capital.
Ebrard crecido lento pero paulatinamente en los últimos sondeos y es, desde luego, mejor visto por un amplio sector de la población que dejó de creer en el proyecto de López Obrador.
No se exagera si se colocan en extremos contrarios los proyectos de ambos, la forma de hacer y ver la política, aunque los dos enarbolen la bandera de la izquierda mexicana.
Pero, como dijo un perredista, “hasta en las izquierdas hay clases’’.
Es cuestión de tiempo.
En México se dice que “lo cortés no quita lo valiente’’ y sin embargo ayer presenciamos dos episodios políticos lamentables, que dejan ver que la cortesía, en tiempos de guerra electoral, también es una baja.
En el primer caso, por acción u omisión –cualquiera de las dos es grave-, el gobernador del estado de México Enrique Peña Nieto no fue oficialmente invitado a Los Pinos para la presentación de un auto Fiat que se fabricará en Toluca.
Peña figuraba como uno de los oradores en el evento, pero la realidad es que no fue invitado por la casa Presidencial aunque sí lo hizo la armadora de autos; la cortesía debió correr de parte de Los Pinos que fueron los anfitriones.
En el otro caso, el secretario de Educación Pública del DF, Mario Delgado, fue echado de una escuela primaria en la que inauguraría una jornada con el título de “Escuela para Padres’’.
La orden de sacar a Delgado fue del director de los Servicios Operativos del DF, Antonio Ávila, quien justificó la orden con el argumento de que las escuelas “son para enseñar y no para actos políticos o de campaña’’.
Lo malo de la estrategia es que victimizaron a Delgado que ahora argumenta que él solo quería contribuir a mejorar la educación a través del taller para padres.
¿Qué no era eso lo que propone el secretario Alonso Lujambio?