>Un refrán muy usado en la política nacional dice que “lo que se arregla con dinero, la cantidad que sea, sale barato”.
Cuarenta y cinco mil millones de pesos es mucho dinero; es el presupuesto de varias Secretarías de Estado para este 2014.
Esa es la cantidad que anunció el presidente Enrique Peña Nieto ayer, y que será invertida en este año en Michoacán, con objeto de reconstruir “el tejido social”, es decir, para rescatar al estado de la mano criminal que lo tiene en su puño.
Evidentemente el dinero no basta; ejemplos en México abundan.
Quizá el más cercano que se tenga es la avalancha de recursos que el Estado Mexicano volcó en Chiapas luego del alzamiento zapatista en 1994.
Se invirtieron tantos recursos, que en algún momento de la historia se descuidó su aplicación y su destino fueron algunas off shores, no la selva ni la montaña.
Hoy, pese a esa multimillonaria inversión, Chiapas es uno de los estados más endeudados del país; el ex gobernador Juan Sabines –quien extrañamente no ha sido molestado ni con el pétalo de una denuncia-, recibió el estado con una deuda de 800 millones de pesos y lo dejó comprometido por varias generaciones, con una deuda cercana a los 40,000 –cuarenta mil millones- de pesos.
Michoacán es distinto, cierto; es mucho más complejo.
Por décadas ni los gobiernos municipales, ni los estatales ni el federal pusieron interés en la descomposición social que padecía la entidad.
Solo cuando los intereses de los grandes productores pecuarios y agrícolas michoacanos fueron tocados, cuando las escoltas privadas no fueron suficientes para evitar el pago de extorsiones, derecho piso y secuestros, fue cuando se dispararon las alarmas.
Cuarenta y cinco mil millones de pesos podrían arreglar casi cualquier problema; pero no serán suficientes si no se atacan los lazos de corrupción que existen entre los gobiernos locales y la delincuencia organizada, si no se precisa cuáles son las autodefensas buenas y cuáles las malas, las que reciben o recibieron financiamiento de otro cártel de las drogas.
Cuidar pues, no echar dinero bueno al malo, como se dice en el pueblo.
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>¿Se siente usted seguro de representar al 0.13% del padrón electoral –uno 80 millones de mexicanos-? ¿Sí? Pues entonces puede usted desde ya comenzar a redactar una iniciativa ciudadana, sobre el tema que sea, que el Congreso tendrá la obligación recibir y discutir.
Ese fue uno de los puntos de la ley que regula la iniciativa ciudadana aprobada por los diputados.
Lo malo del asunto, es que el texto no dice que los diputados la procesarán en el mismo periodo de su presentación, ni cuándo sería votada, es decir, es un derecho, sí, que correrá por caminos tormentosos.
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>Dicen que lo cortés no quita lo valiente y ayer en la Cámara de Senadores hubo una de esas muy raras muestras de solidaridad entre políticos de todos los partidos.
Puntual al inicio de la primera sesión del actual periodo ordinario llegó el senador del PRD, Miguel Barbosa, a quien le fue amputado un pie a principios de diciembre pasado, a causa de la diabetes que padece.
Todos los senadores de todos los partidos le brindaron un aplauso de pie y fueron hasta su escaño para abrazarlo.
La imagen nos remontó al ya lejano septiembre del 2012 cuando el entonces senador Alonso Lujambio se presentó al inicio de la actual legislatura, con un parche en uno de sus ojos, visiblemente disminuido a causa de la lucha contra el cáncer que había librado desde enero de ese mismo año.
Tres semanas después, Lujambio murió; con Barbosa, afortunadamente, la historia ha sido diferente.
Enhorabuena, senador.