Es sorprendente el avance tecnológico de la humanidad en los últimos 25 años, que al mismo tiempo han permitido progresos médicos jamás vistos.
Estimado lector, hoy te voy a platicar todo lo relacionado con una angioplastía coronaria, uno de los avances médicos más notables y que ha salvado millones de vidas desde que se desarrolló el procedimiento en Zúrich, Suiza en 1977 y que empezamos a utilizar en México desde 1981. Los avances en angioplastía han sido enormes desde entonces, cuando me tocó ser parte del equipo que hiciera el primer caso en nuestro país.
La enfermedad que aliviamos con la angioplastia es la mala circulación de la sangre en el corazón, una situación que es provocada por la obstrucción de las arterias coronarias. Las personas que padecen de presión alta, de diabetes mellitus, de colesterol alto en la sangre y que son fumadoras, desarrollan lesiones obstructivas en su sistema circulatorio, sobre todo en las arterias de los órganos que más sangre por minuto reciben y que son corazón, cerebro y riñones.
Por eso existen la angioplastía cerebral, renal y coronaria, aunque puede hacerse en casi todos los órganos.
La obstrucción es debida a tejido fibroso (igualito al de una cicatriz) y colesterol, ya que este problema, conocido como ateroesclerosis, ocurre por la acumulación de grasas en la parte más interna del vaso sanguíneo, que se llama íntima y está delimitada por una capa de células llamadas endotelio y que son un gran órgano productor de varios miles de sustancias necesarias para la vida.
Las arterias coronarias se llaman así por localizarse en la parte más alta del corazón “como si fueran una corona” y son 2 arterias principales: una derecha y una izquierda que a los pocos milímetros de su origen se bifurca en dos ramas muy importantes por lo que funcionan entonces como si fueran tres coronarias principales, además de que proporcionan múltiples ramas que son indispensables para la vida.
La ateroesclerosis coronaria provoca la angina de pecho y el infarto del miocardio, que son la principal causa de muerte en todo el mundo. Se estima que por año mueren ¡dieciocho millones de personas en todo el mundo! por este problema y de hecho en México es la primera causa de muerte, por lo que un buen tratamiento para resolver la mala circulación del corazón es indispensable.
Básicamente hay tres tratamientos para esta enfermedad: la cirugía de corazón abierto, la angioplastía y los medicamentos. Decidir cuál es el mejor de los tres para cada paciente, es una labor del cardiólogo en la que requiere muchos conocimientos, experiencia y la evaluación individualizada de su paciente.
De manera óptima, la decisión debe tomarla una junta médica conformada por cardiólogos clínicos (responsables del tratamiento con medicamentos), cardiólogos intervencionistas (encargados de efectuar la angioplastía) y cirujanos cardiovasculares (que harán la operación si esa es la decisión), que revisan el caso y discuten la mejor opción para esa persona en particular. La decisión siempre es individual y a veces la discusión puede durar mucho tiempo.
Este tipo de juntas se logró en Centro Médico gracias a un servidor, que luchó años por implementarlas hasta que se lograron. El manejo médico y la cirugía de corazón abierto serán motivo de otras columnas, ya que hoy me referiré sólo a la angioplastía.
Este procedimiento se puede efectuar en forma urgente como ocurre con personas que tienen un infarto agudo o en forma electiva, ya programada para pacientes con angina de pecho. En ambas situaciones, la angioplastía fue un tremendo avance en el tratamiento de la ateroesclerosis coronaria.
Basta mencionar que sólo 14 de 100 pacientes con infarto agudo del miocardio complicado podrían perder la vida cuando son tratados mediante angioplastía, en tanto que ¡90 de cada cien pacientes morían originalmente!.
Aún en los pacientes con angina sin infarto, el avance fue impresionante, los invito a pensar que diferente situación vive un paciente de este tipo cuando hay que abrirle el pecho, estar 8 a 10 días hospitalizado, con 3 a 4 de terapia intensiva además de las heridas en las piernas de donde le tienen que tomar las venas para la operación y que regresará a su vida normal en 30 a 60 días, contra los pacientes con angioplastía que permanecen dos días en el hospital, con una punción en la ingle de dos milímetros y que ya está haciendo una vida normal en 4 a 5 días.
La situación es completamente diferente, pero hay pacientes a los que no se les puede realizar angioplastía por eso persisten los tres tipos de tratamiento que les he mencionado.
La preparación para angioplastía es rápida y consiste en afeitar las dos ingles, poner una solución (un suero) en un brazo, darle al paciente 300 mg de ácido acetil salicílico y 300 mg de clopidogrel o 60 de prasugrel que junto con heparina, que es un anticoagulante, evitarán que se forme un coágulo en la circulación del paciente. Se hace todo en una sala de hemodinámica (o también conocida como sala de cateterismo) bajo múltiples controles con aparatos especiales que determinan la presión arterial, el ritmo y la frecuencia del corazón, el nivel del oxígeno, etc. Participa el cardiólogo intervencionista, uno o dos ayudantes, un anestesiólogo y dos enfermeras circulantes y todos deben tener una preparación especial y experiencia.
Con el paciente despierto y con anestesia local se punciona la arteria femoral en la ingle y se penetra hasta el corazón con un catéter de 2 mm de ancho y metro y medio de largo, a través del cual se aplican medicamentos y medio de contraste para ver por dentro el corazón y las arterias coronarias y ya localizado el sitio de obstrucción se aplica un catéter especial con un globito en la punta que al inflarlo, abre la lesión y destapa la arteria.
En un 70% de casos aplicamos un segundo baloncito que lleva un material metálico que al expandirlo evita que la arteria se vuelva a cerrar. Es conocido como stent, ya que no hay una mejor palabra para llamarlo y siendo como un resorte de pluma, está hecho de muchos materiales como aleaciones de titanio, acero, oro, platino etc.
El procedimiento consume dos a tres horas dentro de la sala y por precaución ponemos al paciente en terapia intensiva una noche, para egresarlo después de un día más en el hospital.
Deberá tomar aspirina de por vida y clopidogrel o prasugrel durante un año para evitar una recaída, además de cambiar su estilo de vida bajo control médico para que los factores que le provocaron la enfermedad, no vuelvan a ponerlo grave de nueva cuenta.
Espero que tengan muchas preguntas sobre este tema, pues me resultará muy grato responderlas a través del blog o mi correo.
Hasta la próxima.