La hipertensión arterial sistémica provoca un daño paulatino en los órganos que reciben más sangre minuto a minuto, pro eso los llamamos órganos diana y son el corazón, el cerebro, los riñones y las arterias.
Los vasos sanguíneos que llamamos arterias llevan la sangre oxigenada desde el corazón hasta todo el cuerpo y la reciben con gran presión, normalmente a 130/80 milímetros de Mercurio (mmHg), que es lo que conocemos como presión arterial.
En tanto que el retorno de la sangre se hace mediante las venas, que están sometidas a poca presión, menos de 30 mmHg.
Para evitar que las arterias se rompan por la presión, tienen una capa intermedia formada por puro músculo liso. Es precisamente esta capa muscular la que regula el tono vascular.
Es decir, que los vasos se abran o se cierren depende de la capa muscular, por lo que revisar las retinas es imprescindible, ya que es el único sitio de nuestro cuerpo donde podemos observar los vasos sanguíneos. Esto lo hacemos con equipo formado por lentillas aumento, conocido como oftalmoscopio.
Existen casi un centenar de enfermedades que provocan retinopatía, de las cuales las tres más frecuentes son la hipertensiva, la retinopatía del diabético y la retinosis pigmentaria que es de origen genético.
En forma sencilla, les explico lo que observamos en la fase inicial del problema de la hipertensión arterial: las arterias empiezan a sufrir de constricción (se cierran) lo que provoca que las venas se vean más gruesas que las arterias, que es el primer signo que los médicos observamos para definir que una persona padece de hipertensión. Este signo en la retina es muy importante, pues el paciente puede tener la tensión arterial normal cuando está siendo examinado, pero los cambios en la retina no desaparecen.
Les comento un caso reciente de un paciente hombre de 53 años, que empezó a tener fibrilación auricular, que es la arritmia más común en los humanos y a pesar de que la causa más frecuente es la hipertensión, ninguno de los cuatro cardiólogos que ya lo habían visto, le había revisado el fondo de ojo. Como esta arritmia puede provocar graves complicaciones, ya le habían realizado varios exámenes y le habían propuesto una cirugía especial en el corazón para corregir la arritmia, pues la aurícula izquierda estaba dilatada. Por fortuna no aceptó.
En su primera consulta conmigo le revisé las retinas, con lo que se demostró la causa del crecimiento de la aurícula izquierda, ya que era claramente hipertenso aunque en el momento que lo revisé tenía bien la presión. Con un buen tratamiento antihipertensivo le desapareció la arritmia y como me dijo el paciente: ¡Qué tal si me han operado del corazón sin necesitarlo!
En los pacientes con hipertensión arterial sistémica, las retinas se van alterando de manera paulatina. En las fases iniciales, el daño que produce la presión alta es reversible, pero cuando la enfermedad provoca hemorragias e hinchazón de la mácula (que es la zona central visual de la retina) la visión de ese ojo puede perderse de manera súbita.
El tratamiento obvio de la retinopatía hipertensiva es una buena terapia antihipertensiva, con lo que se evita el desarrollo de lesiones en los órganos diana que ya les mencionaba.
Otras enfermedades tienen repercusión en los vasos sanguíneos de la retina y la segunda en frecuencia, después de la hipertensión, es la diabetes mellitus, tanto tipo I (dependiente de insulina) como la tipo II que es la más frecuente en México.
Existen dos fases de la retinopatía del diabético: la inicial en la que no hay crecimiento de nuevos vasos sanguíneos por lo que es conocida como no proliferativa y la segunda, que puede llevar al paciente a la ceguera, es la proliferativa, donde nuevos vasos sanguíneos van cubriendo grandes áreas de la retina y provocan daño irreversible.
En pacientes con diabetes, en la fase no proliferativa podemos observar microaneurismas (pequeñas dilataciones), vasos ocluidos, exudados algodonosos (llamados así por ser blanquecinos) y pequeñas hemorragias. En la fase proliferativa, básicamente hay dos hallazgos: vasos sanguíneos nuevos y cicatrices que provocan hundimientos en la superficie de la retina.
Estos vasos sanguíneos de neoformación son frágiles , pues son completamente anormales, lo que produce más hemorragias en el vítreo y la retina y cada zona de sangrado provoca un punto ciego.
El tratamiento principal es la fotocoagulación con láser de los vasos nuevos, aunque a veces hay que realizar una vitrectomía que es recortar la parte central del ojo, el humor vítreo, que es semidura. Otras veces se tiene que intervenir la retina ya que tiende a presentarse el desprendimiento de esta capa.
El mensaje más importante de La Corazonada de hoy, es que observar el fondo de ojo de un paciente con hipertensión es imprescindible, ya que permite hacer el diagnóstico y vigilar la evolución de la enfermedad, pues los cambios drásticos que observamos en el ojo, están también presentes en el corazón, el riñón y el cerebro.
Si su médico quiere asegurarse que Usted es hipertenso y quiere prevenirle daños irreversibles, debe revisarle las retinas en forma periódica.