El corazón se contrae para bombear la sangre unas 110 000 veces al día y para eso necesita un estímulo que inicie cada latido. Este impulso es eléctrico y tarda unas cuantas milésimas de segundo en producirse y activar a todo el corazón, porque este órgano tiene su propio sistema eléctrico.
Las dos cavidades que impulsan la sangre se llaman ventrículos, cuyo significado es “pancitas o vientrecitos” pues tienen esa apariencia cuando están llenos de sangre. Cada ventrículo, derecho e izquierdo, tiene su propia vía eléctrica para que le llegue el impulso y pueda contraerse.
El estímulo llega al mismo tiempo a los dos ventrículos y lo mismo sucede con las dos cavidades superiores, conocidas como aurículas por su aspecto de orejas, pues de hecho, eso significa su nombre.
Muchos pacientes pierden esta perfecta sincronía de la contracción y su estímulo eléctrico, pues hay enfermedades “que sacan de tiempo” al corazón y por eso se han venido desarrollando varios tratamientos para devolverle al paciente la sincronía. Los cardiólogos ponemos “a tiempo” al corazón, como pasa con los coches, sólo que los mecánicos paran el motor para trabajar.
Este término significa literalmente “de nuevo juntos en el tiempo” pues re es “volver a algo”, el prefijo sin quiere decir “con”, o también “junto a”, en tanto que cronos es “tiempo”.
La terapia de resincronización cardíaca tiene unos veinte años en desarrollo, inició en Francia y aún hay muchos aspectos por mejorar.
Llamado también estimulación eléctrica biventricular, se realiza mediante la aplicación de un equipo parecido a un marcapaso definitivo. De hecho, hay dos tipos: uno que está integrado por el equipo de resincronización más el marcapaso y otro con el mismo equipo más desfibrilador implantable.
Consta fundamentalmente de un generador de impulsos eléctricos integrado por una batería de diversos materiales que tiene una duración de hasta siete años y varios circuitos electrónicos, que son una verdadera computadora minúscula, en un equipo de unos 180 gramos y cinco centímetros de diámetro en promedio, aunque hay una enorme variedad de marcas y modelos.
Este equipo se conecta a tres cables electrodos que van hasta el corazón, implantándolos en la aurícula derecha, el ventrículo derecho y uno más en una vena del corazón, conocida como seno coronario, pues el equipo se implanta por debajo de la piel a la altura de la clavícula y se identifica su buena colocación mediante rayos X, con anestesia local y el procedimiento dura unos 90 minutos en promedio.
Los objetivos fundamentales de la terapia de resincronización son dos: mejorar los síntomas y prolongar la vida. Suenan como demasiado ambiciosos, pero no lo son. El equipo puede cumplirlos, sólo que el cardiólogo debe estudiar a los pacientes muy exhaustivamente para poder elegir al individuo correcto que pueda ser candidato para esta variedad de tratamiento, pues pocos pacientes son susceptibles de recibirlo.
En principio debe ser un paciente con bloqueos eléctricos en el lado izquierdo del corazón, que provocan que el ventrículo izquierdo se contraiga una fracción de segundo después que el derecho, lo que disminuye su eficiencia en el bombeo de la sangre.
Esta falla de la función izquierda se traduce como falta de aire, hinchazón del hígado y de las piernas por la tarde, necesidad de dormir con tres almohadas o casi sentado, cansancio fácil y pérdida de peso por adelgazamiento de los músculos. Todo el cuadro clínico del paciente en insuficiencia cardíaca muy severa. Una condición indispensable, es que el paciente siga con muchos síntomas aunque se le haya dado un tratamiento óptimo mediante medicamentos.
Un segundo problema que esta grave enfermedad le provoca al paciente, es el riesgo de muerte súbita.
En principio todos los pacientes en insuficiencia cardíaca están en este riesgo por múltiples razones, por lo que cuando una persona tiene muy dañada la función cardíaca, con una fuerza menor al 20%, puede recibir un equipo de resincronización cardíaca, frecuentemente asociado a un desfibrilador implantable, un equipo eléctrico más sofisticado, cuya función primordial es tratar de evitar la muerte súbita del paciente en insuficiencia cardíaca, sobre todo después de un gran infarto.
El equipo de resincronización mejora el pronóstico de vida de los pacientes, pues hay varios estudios científicos que demuestran que la sobrevida es mayor en un 30 a 40%, que la que tienen los pacientes sin este aparato, aunque no esté asociado a un desfibrilador.
En una columna próxima les daré más información sobre esta otra terapia con la que contamos para ayudar a nuestros pacientes, el desfibrilador implantable.
Es importante que les mencione que no todos los pacientes en insuficiencia cardíaca son elegibles para este tipo de tratamiento, para que no se sientan frustrados si su médico no les ha hecho esta propuesta, pues se trata de una terapia “hecha a la medida” de cada individuo.
Una vez colocado el equipo, el paciente se hospitaliza una sola noche y deberá ser revisado unas tres veces al año para verificar el funcionamiento.
El paciente debe llevar consigo la tarjeta que lo identifica como poseedor de un equipo de estos, pues en arcos detectores de metales sonará la alarma.
Hasta la próxima