En el mar de la información que existe sobre suplementos alimenticios, los consumidores terminan ahogados, sin poder distinguir entre lo ético y la charlatanería.
Muchos suplementos alimenticios resultan muy útiles en ciertas condiciones clínicas, pero no todos son benéficos y muchos carecen de control por parte de las autoridades sanitarias de nuestro país.
Debemos considerar como parte de esta situación, la transición nutricional que ha ocurrido y aún no se detiene en nuestro país, pues a lo que ya comíamos los mexicanos, en los últimos 50 años se agregaron múltiples variedades de comida chatarra, por lo que por muchas razones, tenemos ahora a millones de personas que consumen suplementos alimenticios.
La Ley General de Salud establece que un suplemento alimenticio es un producto a base de hierbas, extractos vegetales, alimentos tradicionales, deshidratados o concentrados de frutas, adicionados o no de vitaminas o minerales, que se puedan presentar en forma farmacéutica y cuya finalidad de uso sea incrementar la ingesta dietética total, complementarla o suplir algún componente.
Con esta premisa, queda perfectamente claro un axioma: si usted tiene una dieta variada y la consume de manera adecuada a sus necesidades y no tiene una enfermedad grave que mine su cuerpo, no necesita suplementos alimenticios.
Evidentemente muy poca gente tiene claro este axioma, pues sólo así se explica que la industria de los suplementos alimenticios sea multimillonaria, pues se calcula que cada año vende unos 300 000 millones de pesos sólo en México.
Algunos teóricos beneficios que ofrecen estos suplementos son: prevenir enfermedades agudas y crónicas, combatir radicales libres para evitar un infarto, lo mismo que son antioxidantes muchos de ellos, lo que evitaría la ateroesclerosis pero en el colmo del cinismo y la impunidad hay suplementos que contra toda normatividad, ofrecen rejuvenecer a quienes los consumen, tal es el caso del resveratrol y también del ubiquinol, nombre farmacológico de la Coenzima QH, que funciona como un antioxidante más y es una de las varias formas activas de la coenzima Q10, la ubiquinona.
La cantidad necesaria para la vida diaria, de muchos de los productos que están contenidos en los suplementos alimenticios, es tan pequeña, que fácilmente alcanzamos los niveles adecuados con una dieta variada y saludable. Así que no necesitamos consumir tabletas de resveratrol, cuando un puñado de uvas nos proporciona la cantidad necesaria del mismo.
Tampoco es necesario ingerir tabletas de Omega 3 o 6, cuando una ensalada con aceite de canola, de soya o de oliva y un filete de pescado de 100 gramos, nos proporcionan los 3 gr diarios que necesitamos de esta maravillosa grasa, que nos ayuda a evitar un infarto y disminuye hasta un 40% el riesgo de muerte en las personas que lo toman, cuando ya padecieron un infarto del miocardio.
Ojo, consumir más de 5.5 gramos diarios de ácidos grasos Omega 3, 6 o 9 podría tener un efecto contrario al extraordinario efecto benéfico de esta grasa. Por ello sólo los pacientes que tienen una prescripción específica de su médico, no requieren tomar suplementos de ácidos grasos. La fuente más común de este suplemento es el hígado de tiburón.
Con los fitoesteroles ocurre lo mismo, pues nuestro requerimiento diario es de sólo 1.5 gramos, una cifra que alcanzamos fácilmente con una ensalada de tamaño mediano adicionada con cinco ml de aceite de canola adicionado de fitoesteroles.
Un suplemento muy común es la lecitina, pero su consumo en exceso deriva en trimetilamina que también tiene como precursor a la l-carnitina, un componente común de las bebidas energéticas.
La trimetilamina junto con la dimetilamina están reguladas en muchos países y también en México, pues son precursores para herbicidas agrícolas, para productos de belleza como bronceadores, bases para vulcanización y son la base de algunos medicamentos como la difenhidramina que se usa para la gripe y la tos. No se debe soslayar que son un precursor para drogas prohibidas como las metanfetaminas.
Algunos suplementos incluyen sustancias que los países de primer mundo han prohibido terminantemente o sobre los que han colocado un alerta por haberse detectado casos con efectos indeseables derivados de su empleo.
Tal es el caso de la melatonina, de la Coenzim Q 10, el picolinato de cromo, el hongo Reishi (ganoderma) y varios más, que sin embargo, se siguen comercializando en México. Su empleo puede favorecer que se padezca un infarto, elevan la presión arterial y en particular, la melatonina se ha relacionado con cáncer del hígado.
A todo esto, conviene que ustedes, amables lectores, conozcan la posición de la FAO, el organismo internacional dependiente de las Naciones Unidas que regula los alimentos en el mundo. La FAO establece que no hay evidencia suficiente para recomendar ningún suplemento alimenticio.
No hay que olvidar que los suplementos alimenticios siempre traen una leyenda muy inquietante: “El empleo de este producto queda bajo la responsabilidad de quien lo usa y de quien lo recomienda”, algo que me deja completamente mudo.
La Comisión Federal de Prevención de Riesgos Sanitarios de México, establece: “Los suplementos alimenticios no requieren contar con registros sanitarios, es decir, no pasan pruebas exhaustivas para demostrar su eficacia, calidad y seguridad antes de ser comercializados Su vigilancia se realiza cuando ya están en el mercado, por lo que es muy importante que los productores actúen con responsabilidad y cumplan con los requisitos de ingredientes y etiquetado”.
La COFEPRIS también recomienda que antes de consumirlos se consulte a un profesional de la salud. Le pide que “Dude si parece demasiado bueno para ser verdad” pues “No todo sirve para todos” ni “Lo natural es igual a seguro”
El siguiente texto, está tomado directamente de la página de COFEPRIS:
“Sólo los medicamentos, pueden publicitarse o venderse con el fin de prevenir, tratar o curar enfermedades. Reflexione: Si el producto es tan bueno como dice su publicidad ¿por qué no lo recetan los médicos?”
Otro hecho perfectamente definido es que muchos suplementos herbales contienen metales pesados como plomo y mercurio, pues las áreas de cultivo no están sometidas al mismo control de las autoridades que las áreas de producción de alimentos.
Otro suplemento muy popular es el calcio, aunque tiene riesgos muy conocidos de favorecer la litiasis urinaria (cálculos) y si se consumen más de 1.5 g al día podría favorecer un infarto, según una publicación suiza.
También debo destacarles que muchos pacientes abandonan o llevan su tratamiento médico, por consumir productos milagro o suplementos alimenticios que le prometen beneficios no probados, lo cual es un riesgo enorme.
Otros efectos secundarios ya conocidos son la deficiencia en la acción de los medicamentos anticoagulantes sobre todo al tomar suplementos hechos a base de hierbas, pues pierden su efecto benéfico y también la falta de control de los pacientes diabéticos cuando toman ácidos grasos en exceso, pues se absorben mal sus medicamentos para tratar la diabetes.
Por todo lo anterior, en mi opinión, ninguna persona debería consumir suplementos alimenticios sin consultar a su médico de confianza.
Hasta la próxima.