Debido a que el corazón posee su propio sistema eléctrico, podemos mantenerlo latiendo mientras le proporcionemos oxígeno y nutrientes, tanto en un aparato para trasladarlo como al ponérselo a otra persona.
De este modo, si le extraemos el corazón a una persona con muerte cerebral, puede ser trasladado en bolsas con hielo hasta por cuatro horas, para trasplantarlo a otro individuo, cuyo corazón estaba tan enfermo que no le permitiría vivir más de 6 meses a su dueño.
La persona con muerte cerebral es el donador, que debe haber expresado durante su vida que deseaba serlo o bien que la familia acepte la donación del órgano. La legislación al respecto es bastante estricta y muy moderna, motivo de orgullo para nosotros.
La persona que recibe el corazón es el receptor y que debe cumplir con muchos requisitos que incluyen el peso, la estatura, ser compatible en el grupo sanguíneo y en otros elementos de la inmunidad para disminuir el riesgo de rechazo, que siempre estará presente en este tipo de tratamiento.
En la parte del receptor hay también abundantes normas y reglamentos, que a veces son transgredidos en los hospitales, puesto que aunque existen comités reguladores, hemos visto y se han publicado deleznables desviaciones. Desde algún corrupto que pide dinero por “adelantar” en la lista de espera a un receptor, la torpeza de poner un corazón más grande de lo debido en una persona, lo que obligó a pasarlo al abdomen del paciente y dejarle su propio corazón en el tórax (esto se llama trasplante heterotópico) como ocurrió hace unos meses y hasta intereses políticos que hacen que se publicite mucho un trasplante de corazón, aunque el receptor podía haber vivido varios años sin el corazón trasplantado, primera condición que se transgredió en un caso reciente ya conocido.
Mencionar desde el primer párrafo estas desviaciones, sólo tiene como objetivo poner luces de alarma, en un procedimiento médico tan noble y al que no se le deben dar tintes políticos.
En mis más de 30 años de vida profesional, me tocó vivir las épocas pre y post trasplante de corazón, pues la Ley General de Salud permitió hasta 1988 que se realizaran en México, cuando en el mundo el trasplante llevaba más de 20 años de estarse realizando y se convirtió en una operación rutinaria.
El trasplante cardiaco es sin duda una gran posibilidad de alivio para personas en fase terminal de una enfermedad cardíaca, pero no es ni remotamente una realidad en nuestro país, principalmente por el bajo índice de donación de órganos. Todos debemos ser donadores potenciales para dar vida después de la muerte, pues no hay ninguna razón moral, religiosa, médica o de otro tipo para no ofrecer un órgano nuestro o de un ser amado cuando ha llegado la vida a su fin y ya no lo vamos necesitar.
En esta columna no cabe una discusión filosófica más amplia sobre el acto de donar, por lo que tengo que ser categórico: todos deberíamos ser donadores potenciales para ayudar sin mirar a quien. Varios países lo han hecho un acto obligatorio en ciertas formas de muerte, como las lesiones traumáticas del cerebro con muerte del órgano y con eso han incrementado el número de trasplantes.
En el 2010 en los Estados Unidos se realizaron más de 2000 procedimientos en tanto que en nuestro país en todo el Sistema de Salud sólo se lograron 9 trasplantes. España realizó 254 y es de los países que han hecho obligatorio el acto de donar.
Es una posibilidad de alivio porque como hemos mencionado, el receptor no tiene una esperanza de vida mayor a seis meses. La principal causa de lesión cardíaca que amerita un trasplante, hasta en el 90% es el infarto del miocardio, que principalmente es ocasionado por grasa en las coronarias, la llamada ateroesclerosis.
¿Recuerdan la columna titulada “Fiebre del corazón”? En ella me referí a las infecciones que atacan al corazón. Pues las secuelas que estas infecciones producen, son la segunda causa de trasplante cardíaco.
Con un tratamiento adecuado para evitar el rechazo del órgano, el receptor puede vivir muchos años. Como una gran paciente a quien llamaré Alejandra para guardar su anonimato, a quien trato desde hace 14 años y hace una vida totalmente normal.
Además del trasplante, en esta columna deseo mencionarles el estado actual del tratamiento de las enfermedades cardíacas con células madre. Hoy por hoy, los resultados de este manejo no son consistentes. En todo el mundo sigue siendo un procedimiento experimental y en México hay tres centros que lo realizan, pero sus resultados son muy variados y a veces francamente equívocos.
Otro problema con las células madre es la forma de depositarlas en el receptor, pues en otros países se hace con cateterismo cardiaco y en México mediante cirugía, abriendo el tórax. Así pues, las células madre no son una realidad en nuestro medio.
Les agradezco sus comentarios y de nuevo los invito a sugerirme temas que les interesen para tratarlos en fechas futuras.
Correo: ricardo.jauregui03@gmail.com