Puesto que las enfermedades del corazón tienen muchos factores que las provocan y regulan la evolución de los pacientes que las padecen, es muy difícil asegurar que un solo factor es el responsable de que una persona padezca un infarto o pueda evitarlo.
Sin embargo, miles de estudios han demostrado que la relación humana con las mascotas de todo tipo, puede tener resultados terapéuticos para mejorar las condiciones de enfermos terminales, con SIDA, con problemas psiquiátricos y aquellos pacientes con limitaciones físicas graves.
También ha sido demostrado que mejoran la prevención primaria del infarto, es decir, las mascotas apoyan a sus dueños en la disminución de la frecuencia de infarto del miocardio.
Hace un mes, una de las mejores revistas médicas cardiológicas, publicó un artículo de la Universidad de Baylor en Houston, Texas que describe a 5200 pacientes que poseían un perro y comparados con los que no tenían mascotas, tenían mayor facilidad para controlar sus niveles de presión arterial, de colesterol en la sangre y eran capaces de hacer mejores pruebas de esfuerzo en banda sinfín.
Estos autores consideran que los poseedores de mascotas desarrollan más actividad física y que eso contribuye a mejorar su perfil de riesgo cardiovascular.
Las mascotas crean afecto, dan responsabilidades, compañía y una gran satisfacción a las personas pues las hacen sentirse útiles.
Este conjunto de circunstancias, permite una mejor calidad de vida y otorga más años de vida a quienes sufren de hipertensión, diabetes mellitus y otros factores de riesgo para desarrollar un infarto y se ha teorizado que la principal razón es una disminución del estrés crónico aunado a la actividad física que acabo de mencionarles.
Acariciar una mascota te hace bajar los niveles de ansiedad, respiras más lento, te disminuye la frecuencia cardíaca y te sube las endorfinas cerebrales, esas sustancias que te permiten paz interior y aumentan tu tolerancia al dolor.
El año pasado salió publicado un estudio sobre pacientes que habían sufrido un infarto del miocardio y vivían sin familiares. Los que tenían mascotas (¡aunque sólo fueran pececitos!) tuvieron 17% menos mortalidad a un año que los que vivían sin mascotas ni familiares. El hecho de vivir solos, era motivo suficiente para que les fuera peor.
Está demostrado a través de varias investigaciones epidemiológicas que los niños que tienen un perro son más activos y menos obesos. Si bien algunos pueden presentar asma bronquial, la mayoría de quienes conviven con un perro, presentan menos alergias pues desarrollan anticuerpos a través de los años de convivencia.
El análisis más reciente es de la Universidad de Deakin en Victoria, una de las más bellas ciudades de Australia, donde se demostró que la convivencia con caballos y perros ayudó enormemente desde el punto de vista físico y psicológico a niños con Síndrome de Down, con autismo, con parálisis cerebral y otros problemas psicológicos y psiquiátricos.
Se han publicado también, estudios similares con gatos, si bien el número es mucho menor que con perros.
Les comento que hace dos años se publicó un estudio finlandés donde fueron tratados 3500 pacientes de manera similar en cuanto a medicamentos y ejercicios después de haber sufrido un infarto y se les dividió en dos grandes grupos, de acuerdo a si habían tenido una mascota los últimos 10 años. La supervivencia después del infarto, fue tres veces mayor en los que habían tenido una mascota a su cargo y habían continuado cuidándola.
Un estudio japonés de la Universidad de Azuba, publicado en el 2012, analizó a 1910 personas con un infarto del miocardio, de las cuales 748 tenían mascotas y su mortalidad a cinco años fue cinco veces menor que la que ocurría en personas sin mascotas o que se habían desecho de ellas.
Por supuesto que hay una gran cantidad de variables en las enfermedades cardiovasculares, por lo que a veces las conclusiones tan categóricas pueden ser difíciles de sostener.
Sin embargo, los estudios que aquí les he presentado tienen la virtud que son muy éticos y controlados.
Es decir, los pacientes tuvieron un seguimiento muy personalizado, con visitas domiciliarias de trabajadoras sociales, médicos de primer contacto y enfermeras de campo, con lo que se aseguraban que los medicamentos, la dieta, el ejercicio físico, el abandono del tabaquismo y otras muchas variables fueran iguales en los pacientes y que la única diferencia fuera haber conservado a sus mascotas y brindarles los cuidados necesarios todos los días.
De manera que si bien puede haber controversia sobre el tema, yo soy un convencido de que tener y cuidar una mascota es un medio muy seguro y efectivo de disminuir el estrés y sus consecuencias.
Si pasear con una mascota, recibir sus muestras de afecto y brindarle los cuidados básicos te permite controlar de manera más eficiente tus factores de riesgo y evitar un infarto (lo que llamamos prevención primaria), además de recuperarte más rápido si por desgracia sufriste el infarto y te permite evitar uno nuevo (lo que se llama prevención secundaria), sin duda te conviene tener una mascota.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.