La Medicina nació clínica y permanecerá clínica. Este concepto es fundamental para entender la labor de quienes practicamos la noble actividad de atender a personas que han perdido la salud.
Las personas intentamos ayudar a alguien en problemas siempre que nos es posible. Hace unos 4000 años, en las plazas públicas de Mesopotamia, la zona que hoy conocemos como Irán e Irak, los enfermos permanecían acostados días enteros para que la gente al pasar les hiciera recomendaciones para curarse, basados en familiares que hubieran padecido algo similar.
Así nació la profesión médica en este ámbito, que quedó registrada en miles de tablillas, con la primera escritura que desarrollamos los humanos: la cuneiforme, por lo que se considera la cuna de la civilización y la Medicina.
En México se destacaban tres tipos de sanadores: el chamán (ticitl), teoquimetzan dedicado a curar lesiones de guerra y la tlamatl dedicada a los partos. Eran muy apreciados en la antigüedad y sus conocimientos pasaban de padres a hijos y aún las comadronas, tenían prohibido divulgar los secretos de su actividad.
La palabra clinos quiere decir cama en griego, de ahí que la atención que brindamos los médicos es llamada práctica clínica y los lugares donde atendemos son llamadas clínicas. De hecho correspondió a los griegos desarrollar las primeras escuelas médicas hace 2400 años y la evolución de los conocimientos médicos ha permanecido supeditada a tres actividades del médico, perfectamente definidas: el interrogatorio, la exploración y las ayudas para el diagnóstico (laboratorio, rayos X, ultrasonido, etc.)
Estas tres actividades constituyen la práctica clínica, que permiten definir un tratamiento específico para cada paciente. Sin una buena práctica clínica, los médicos estaríamos actuando de manera fraudulenta.
José María es un paciente de 48 años que me consultó recientemente por palpitaciones, dolor de cabeza y ligero mareo, datos que se presentaban de manera intermitente desde hacía dos años. Ya había recibido atención de cuatro médicos, tres de ellos cardiólogos y le habían definido que estaba padeciendo una arritmia intermitente llamada fibrilación auricular que no podían controlarle.
De esta arritmia ya me ocupé en otra Corazonada (“Rápido y furioso” la titulé) pues es un problema de salud muy frecuente. Puesto que la primera causa de esta arritmia es la presión arterial alta, lo primero que hice fue revisarle a José María el fondo del ojo, para observar su retina, que es el único sitio donde podemos ver los vasos sanguíneos y efectivamente tenía datos muy claros de que era hipertenso de manera intermitente.
Ya le habían hablado de cateterismos, de una posible cirugía de corazón abierto, le aconsejaron irse a Estados Unidos y otras cosas terribles, pero nadie había hecho lo más básico: interrogarlo y revisarlo de manera integral. Después de consultarlo, le solicité una ayuda para el diagnóstico (un monitoreo de presión de 24 horas) que comprobó que se ponía hipertenso de madrugada, pues en mi presencia su presión había sido normal. Esto explicaba la fibrilación y hasta la fecha, el tratamiento de su presión lo tiene en buenas condiciones de salud, todo gracias a una buena práctica clínica.
El tema lo analicé ampliamente en un artículo editorial en el 2010 en la revista de la Academia Nacional de Cirugía, pues me parece que tiene muchas implicaciones que los médicos no hagamos un proceso de diagnóstico integral a través de la práctica clínica.
Le recomiendo que no confíe en el médico que no lo revisa. Si usted visita a un médico por presión alta y no le oye el corazón, no le toma personalmente la tensión arterial y no le observa el fondo de ojo, ese médico está haciendo una mala práctica clínica.
Esto tiene graves consecuencias económicas, pues miles de médicos piden ayudas de diagnóstico sin indicación alguna. Debemos pedir exámenes encaminados a ayudar al paciente, no se deben solicitar sin justificación.
Por ejemplo, la mitad de todos los ecocardiogramas que se hacen en el Hospital de Cardiología son normales, cuando se supone que todos estos pacientes ya fueron revisados por lo menos por un cardiólogo y tenían indicación de que se les practicara el estudio.
Es incalculable la pérdida de dinero que esto provoca, pues lo mismo ocurre con los exámenes de laboratorio, los estudios de Medicina Nuclear, tomografías, resonancias magnéticas y otros más. Les comento que hace 6 años hicimos un estudio sobre los cateterismos cardíacos que realizábamos en el mismo hospital y nos sorprendió que al menos uno de cada diez pacientes, NO tenían indicación de haber sido sometidos a un cateterismo por lo que habían arriesgado su vida inútilmente.
Por esto, el presupuesto de las instituciones nunca alcanza y esto impide ofrecer la mejor atención médica. Imaginen si no es el presupuesto institucional el que paga todo esto, sino que fuera el bolsillo de cada uno de ustedes: ¡qué frustrante y enojoso resultaría!.
Hay también varios aspectos académicos a considerar, pues en los hospitales estamos formando a los médicos generales y a los especialistas y es absurdo que sin haber revisado bien a un paciente, ellos soliciten decenas de estudios “para ver que le sale a este paciente”, sin realizar práctica clínica.
Hay otro punto muy importante que considerar. Las guías de práctica clínica son documentos desarrollados por varias instituciones para tratar de regular la forma de diagnosticar y tratar las enfermedades, sin embargo, muchas adolecen de información suficiente y actualizada, en tanto que otras no tienen mecanismos de control, por lo que las guías son un terreno todavía muy incompleto.
La relación médico-paciente es directamente influenciada por la práctica clínica. Por eso, las consultas no presenciales (telefónicas, por correo, en reuniones sociales) no cumplen con los requisitos de una buena práctica clínica y hay que evitarlas en lo posible. Claro que un paciente muy conocido por su médico, recibirá consejos adecuados de éste ante problemas menores, pero el paciente siempre recibirá mejor atención si su médico puede escucharlo y revisarlo.
Por todo esto, sostengo que la Medicina nació clínica y permanecerá clínica, pues sólo un médico que aplique los principios de una buena práctica clínica habrá de trascender.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.