En cada ciclo electoral en Estados Unidos, hay estados que se convierten en el centro de atención tanto para candidatos, votantes y analistas políticos. Uno de ellos es Pensilvania, un estado históricamente conocido por ser un territorio decisivo en la contienda.
En las elecciones presidenciales de noviembre, Pensilvania será clave para determinar quién ocupará la Casa Blanca.
Tanto los republicanos como los demócratas consideran que este estado es crucial para sus aspiraciones, cifras y estrategias que ambos partidos buscan reflejar.
Con 19 votos electorales en juego, Pensilvania es el quinto estado con más electores en el Colegio Electoral, solo superado por estados como California, Texas, Florida y Nueva York.
Este número de votos convierte al estado en un punto considerable para cualquier candidato presidencial.
En elecciones cerradas, ganar Pensilvania puede ser crucial para alcanzar los 270 votos necesarios para la presidencia.
Estado péndulo en Estados Unidos
Pensilvania es reconocido como un “swing state” o estado indeciso, es decir, no tiene una afiliación política definida, por lo que su voto puede variar en cada ciclo electoral.
En décadas anteriores, era un bastión demócrata, pero desde 2016 osciló entre los dos partidos principales. Donald Trump logró una sorpresiva victoria en 2016, rompiendo décadas de predominio demócrata.
Sin embargo, en 2020, el estado volvió a apoyar a un candidato demócrata, Joe Biden, lo que ayudó a determinar el resultado final de las elecciones.
Diversidad demográfica
El electorado de Pensilvania es muy diverso y refleja varias de las tendencias clave que definen la política nacional.
El estado tiene una mezcla de áreas urbanas grandes y densamente pobladas, como Filadelfia y Pittsburgh, que tienden a inclinarse hacia el Partido Demócrata, y áreas rurales más conservadoras que suelen apoyar al Partido Republicano.
Otra característica demográfica que contribuye a la importancia de Pensilvania es el papel de los suburbios.
En las últimas elecciones, los suburbios alrededor de Filadelfia y otras áreas metropolitanas fueron un campo de batalla clave, con cambios significativos en la tendencia de voto.
Estos suburbios, que en el pasado votaron de manera más conservadora, sufrieron un incremento en su apoyo a candidatos demócratas en elecciones recientes, especialmente entre mujeres y votantes más jóvenes.
Dichas áreas suburbanas son vistas como un microcosmos de la política estadunidense, donde las campañas deben captar votantes indecisos para asegurarse una victoria en el estado.
Publicidad electoral en Pensilvania
Las campañas presidenciales de los partidos demócrata y republicano están invirtiendo cifras récord en Pensilvania.
De acuerdo con datos de la empresa de análisis AdImpact, ambos partidos destinaron más de 100 millones de dólares en publicidad electoral para televisión, radio y plataformas digitales desde el fin de las primarias hasta el día de las elecciones en noviembre.
El “muro azul” en Pensilvania
Históricamente, Pensilvania forma parte del llamado “muro azul”, un grupo de estados del Medio Oeste y Noreste que es fundamental para las victorias demócratas en las últimas décadas.
Sin embargo, Donald Trump rompió ese patrón en 2016 al ganar en Pensilvania, Míchigan y Wisconsin, aunque Joe Biden recuperó esos estados para los demócratas en 2020.
En 2024, el reto para ambos partidos es consolidar sus victorias previas y ganar el apoyo de los votantes que aún están indecisos.
Trump centró gran parte de sus esfuerzos en áreas rurales desindustrializadas, donde el descontento económico y la nostalgia por la era del carbón aún resuenan entre la población.
En ciudades como Nueva York, donde recientemente realizó un mitin, el ex presidente busca conectar con los votantes con las promesas incumplidas de revitalización económica.
(milenio.com)